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EDITORIAL

Aforamientos: supresión 'cum fraude'

La esperpéntica propuesta de Pedro Sánchez es un fraude tanto o más evidente que 'su' tesis doctoral.

Estaba claro que el presidente del Gobierno no iba a tardar mucho en sacarse algún conejo de la chistera para desviar la atención de su tesis doctoral, y de cuestiones aún más graves, como su contemporización cómplice con los golpistas de Cataluña o su propuesta de subir todavía más los impuestos. Con todo, sorprendió en un primer momento que su cortina de humo fuese una propuesta de regeneración de Ciudadanos que, además, ya estaba asumiendo el PP: la supresión de los aforamientos.

Basta, sin embargo, un vistazo al esperpéntico proyecto de Sánchez para constatar que en realidad es un fraude como su tesis doctoral. No otra cosa cabe decir de una propuesta de supresión de los aforamientos que, aun requiriendo una reforma constitucional, ni siquiera afectaría a un 1% de las 250.000 personas que, en distintos grados, gozan de ese privilegiado tratamiento judicial. Para colmo, los diputados nacionales, los senadores y los ministros, los únicos a los que atañería esta farsa, mantendrían su privilegiada protección si las acusaciones contra ellos guardasen relación con el ejercicio de sus funciones.

Así las cosas, no es de extrañar que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que el lunes recibió la propuesta de Sánchez con precipitado alborozo, haya terminado por calificarla de "auténtica tomadura de pelo"; o que el presidente del PP, Pablo Casado, haya afirmado que su partido "no morderá el anzuelo".

Por si este rechazo no fuera suficiente para hacer naufragar la ridícula propuesta de Sánchez –menos de 24 horas después de haber sido planteada–, sus socios separatistas y comunistas han terminado de tumbarla al pretender –los primeros– que la reforma constitucional que requeriría incluyera el mal llamado derecho a decidir de las regiones y –los segundos– que se suprimiera la inviolabilidad del Rey.

En conclusión, esta propuesta de reducción del elevadísimo número de aforados ha quedado reducida a lo que siempre pretendió ser: una cortina de humo para no hablar de las graves problemas que tiene planteados España por culpa de unos gobernantes que, más que a gobernar, aspiran a mantenerse como sea en la poltrona.

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