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EDITORIAL

Zapatero ningunea otra vez a las víctimas

Las víctimas vuelven a ser, como en la anterior negociación, un incordio perfectamente ignorable en aras de un mejor entendimiento con los verdugos.

Nos encontramos ante la puesta en escena de una próxima negociación entre el Gobierno y el entorno etarra. Para verificarlo no hay más que seguir las iniciativas políticas del segundo y las siempre conciliadoras intenciones del primero. Durante la comparecencia de José Luis Rodríguez Zapatero junto al presidente de Colombia, ZP animó a Bildu a estar en las elecciones. A cambio sólo pide que la formación profundice en unos pasos que, según dice, "algunos parece que quieren dar".

Tanta retórica hueca no tiene otra función que tender una mano al partido que ya se ha constituido como opción B de Batasuna después de que el Tribunal Supremo impidiese a Sortu presentarse a los comicios de mayo. El Gobierno insiste de este modo en hacer gestos de cara al entorno etarra para que modifiquen un par de cuestiones estéticas y concurran a las elecciones como cualquier otro partido. Bildu no es, sin embargo, un partido cualquiera.

Todo indica que tras esa palabra en vascuence –Bildu significa "reunir"– se esconde la Batasuna de siempre debidamente camuflada para pasar inadvertida y así consolidar y acrecentar su presencia en los ayuntamientos. No es casualidad que Bildu haya tachado de "incidente" el tiroteo del pasado fin de semana en Francia entre dos terroristas de la ETA y un gendarme que resultó herido en la refriega. Es el mismo lenguaje que utiliza la banda y, por ende, sus terminales mediáticos y políticos. Lo que para los dirigentes de Bildu no pasó de incidente fue, en resumidas cuentas, un intento de asesinato en toda regla, por más que Zapatero no quiera verlo y Rubalcaba se empeñe en hacernos creer que la reacción de Bildu ha sido un simple "sarcasmo".

Sabemos, pues, que la ETA sigue armada y plenamente operativa a pesar de un presunto alto el fuego que se ha terminado verificado en un intercambio de balazos. Sabemos también que está jugando al mismo juego que en 2007, cuando se sacó de la chistera dos formaciones políticas diferentes para colarse en las instituciones. Ahora sólo falta que el Gobierno admita ambos extremos y deje de flirtear con los representantes políticos de la banda.

No vendría tampoco mal que Zapatero, que tanto y tan bien se acuerda de Bildu para que sea "contundente en el rechazo a la violencia", pensara un poco en las víctimas, porque en su intervención no ha hecho ni una sola mención a ellas, a pesar de que el sábado pasado se manifestaron de un modo masivo en Madrid. Las víctimas vuelven a ser, como en la anterior negociación, un incordio perfectamente ignorable en aras de un mejor entendimiento con los verdugos.  

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