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Ideas

CRÓNICAS COSMOPOLITAS

De Burgos a Estrasburgo en vaporetto

Un amigo burgalés de los buenos tiempos, cuando éramos más jóvenes –y vivía Franco–, de vuelta y de paso por París me contaba sus cuitas; pero no les voy a dar la lata: sólo comentaré uno de sus motivos de cabreo, que supera las monótonas dolencias de la vejez. Quejábase, pues, de que en su calle Laín Calvo, o en la de al lado, aún existían hacía poco un café y una librería, que él frecuentaba, y ahora habían cerrado para reabrir como joyerías. Por lo visto, las joyerías abundan en Burgos como antaño los galgos en Soria.