
Hoy la ley y la opinión pública favorecen el "homosexualismo", a la eutanasia le falta un telediario para implantarse, y el ataque a la Iglesia es moneda habitual de nuestros dirigentes y de los consumidores de tópicos, una población que crece a cada minuto en número y en idiotez. Por tanto, estas pelis entran con vaselina en todos los ambientes, especialmente de jóvenes y universitarios.
En esta línea, se ha estrenado esta semana En la cumbre, un film protagonizado por Glenn Close y cuyo argumento sigue a cinco personajes durante veinticuatro horas un día de otoño en la ciudad de Nueva York. Isabel, fotógrafa, está a punto de casarse con Jonathan, abogado y antigua musa de un artista gay. La madre de Isabel, Diana (Glenn Close), es una archifamosa actriz que tiene una academia de interpretación y se ha enterado de que su marido tiene una nueva amante, y comienza a hacer crisis después de tantos años de matrimonio "abierto". También tenemos a Alec, joven actor de tendencias homosexuales, y a Peter, periodista de investigación. A medida que transcurre el día la vida de nuestros personajes se va dando la vuelta. Pues bien, este film cuenta lo que le pasa a la gente cuando ya no usa el sentido común, sino que se limita a reproducir las conductas que la "opinión pública", el Poder, la mentalidad mediática, dan por buenos y políticamente correctos. Al final, Jonathan no sabe si le gustan las chicas o los chicos, Diana si está bien ser un matrimonio triangular o en cuadrilátero, Isabel si está enamorada o no... en fin, un desastre general que provoca no pocas dosis de infelicidad.
Pero a pesar de esta infelicidad, aquí no pasa nada. Nadie se da cuenta de que la creciente desdicha, que cada vez llega más a estratos de edad inferiores, tiene que ver con esta falsa cultura vacía, relativista, nihilista, que vende duros por pesetas y que está atravesada de arriba abajo por la mentira y la negación más burda de la experiencia. Ahora algunos políticos quieren elevar la condición ontológica del mono, o mejor dicho, rebajar la condición ontológica del hombre. Afirman que pertenecemos a la "Comunidad de iguales" los hombres, los gorilas, los chimpancés... Pronto habrá que cumplir cuotas, como han hecho con las mujeres en las empresas, y en cada consejo de administración deberá sentarse un mono que con su arrugado pulgar rubrique los acuerdos financieros. Y si ese mono tiene conductas sexuales "atípicas", pues será el rey del mambo. Pero yo ya estaré en la luna, si queda sitio.