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Pablo Planas

Delgado suelta a Villarejo

Ser un gran delincuente sale a cuenta. Tiene que ver con la ley de la oferta y la demanda. Comprar a granel es más barato que comprar al detalle.

Ser un gran delincuente sale a cuenta. Tiene que ver con la ley de la oferta y la demanda. Comprar a granel es más barato que comprar al detalle.
Villarejo al salir de prisión. | EFE

Dos factores vertebran y definen la administración de la Justicia en España, el garantismo y la lentitud. O al revés, tanto monta. El garantismo explica que personajes como los golpistas separatistas entren y salgan de la cárcel a placer al amparo de un tercer grado recurrido por la fiscalía. O que el clan Pujol al completo disfrute de las mieles de la libertad a pesar de que el patriarca del clan confesó allá por 2014 que era un evasor fiscal de tomo y lomo. La lentitud abona por su parte que un tipo tan peculiar, pringoso, deleznable y tóxico como el excomisario José Manuel Villarejo haya sido puesto en libertad porque es imposible que el próximo noviembre, cuando se cumplirían cuatro años de prisión preventiva, exista una sentencia firme sobre sus numerosos expedientes.

Ser un gran delincuente sale a cuenta. Tiene que ver con las leyes de la oferta y la demanda. Comprar a granel resulta más barato que comprar al detalle. Pues lo mismo al delinquir. Y Villarejo no es un chorizo cualquiera, un poli corrupto del montón, sino un personaje de altos vuelos que tuvo contactos con lo más granado de la judicatura y la fiscalía. Que tuvo y que a lo mejor sigue teniendo porque quien tuvo retuvo y es notorio que el fulano dispone de una colección de casetes que encoge los dídimos de parte de la crème de la crème de la política, la judicatura y el empresariado. 

Por razones que escapan al entendimiento de las personas normales, cabales y razonables, un individuo como Villarejo pisaba alfombras y moquetas de la mayor calidad pese a ser incapaz de hilvanar una simple frase sin recurrir a coletillas del tipo "y tal y tal". Viéndolo declarar ante un juez o interlocutando en sus propias grabaciones no se explica cómo jueces, fiscales, banqueros y gobernantes pudieron confiar en su día en un personaje de sus características, fanfarrón, maleducado, basto, grosero, viscoso y grasiento, una suerte de Torrente que cantaba a ajo de lejos. 

Su puesta en libertad casi coincide con la publicación en este medio, Libertad Digital, de una exclusiva de Miguel Ángel Pérez alusiva a la promesa que Dolores Delgado en sus tiempos de ministra de Justicia le hizo al sujeto, su puesta en libertad a cambio de que cascara contra el PP y la Corona. Delgado es ahora la fiscal general del Estado y ha sido su órgano (la fiscalía) quien ha solicitado y conseguido la excarcelación de uno de los fulanos que con más ahínco ha contribuido al descrédito del sistema. Y es que el papel de Villarejo ha sido fundamental para que los separatistas denostaran a España y los republicanos arremetieran contra la monarquía. Sin sus tejemanejes, unos y otros habrían carecido de gran parte de su arsenal argumental porque Villarejo es lo más parecido en la vida real a ese dibujo animado llamado Pierre Nodoyuna. O sea que todo aquello que dice que pretendía proteger ha quedado a los pies de los caballos. 

El hombre de la información vaginal tan respetado por el exjuez Garzón y su compañera Delgado ya debe estar en libertad, a la espera de un improbable juicio, como los Pujol, esa organización criminal. Dicen que tendrá que presentarse a diario en el juzgado. Pues muy bien. Será como comprar el pan o ir a por tabaco. Y el pobre Casado negociando la composición del Consejo General del Poder Judicial.

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