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Pablo Planas

Gintonics y crisis humanitarias

La crisis humanitaria que según Torra sufre Cataluña ha dejado en los últimos días y horas imágenes de una insólita crudeza.

La crisis humanitaria que según Torra sufre Cataluña ha dejado en los últimos días y horas imágenes de una insólita crudeza.
El supremacista Quim Torra | EFE

La crisis humanitaria que según Torra sufre Cataluña ha dejado en los últimos días y horas imágenes de una insólita crudeza. Sin ir más lejos, la animadora de TV3 que quemó un ejemplar de la Constitución, Empar Moliner, ha subido a las redes una impactante fotografía del tremendo viaje de vuelta de una expedición humanitaria a las cárceles de la meseta.

El pie de foto revela la extrema dureza de la situación:

En el bar del AVE nos encontramos los que venimos de ver a Carme Forcadell, Quim Forn y Raül Romeva. Y tomamos gintonics muy alegres y puede que trascendentes en este vagón de tren soñando con la libertad.

Moliner posa junto a unas compañeras de la CUP.

Ante esta clase de situaciones, el aparato represor del Estado, en su infinita maldad, ha decidido acabar con las copas amarillas por la libertad de los presos en el bar del AVE y dado orden de trasladar inmediatamente a los golpistas a cárceles catalanas. Como es sabido, las prisiones en Cataluña dependen de la misma Generalidad que gobiernan los partidos golpistas.

El president Chistorra también ha sido protagonista de varias instantáneas y situaciones que dan cuenta de la envergadura de la crisis humanitaria. Al poco de iniciar su mandato asistió a la quinta feria de la gamba de Palamós, donde tuvo que degustar a dos carrillos el producto local con grave riesgo para su índice de colesterol. Después lo del Rey, que le torturó con la mirada en la inauguración de los Juegos del Mediterráneo, y luego lo de Washington, donde secuaces del Museo de Historia Afroamericana le prohibieron entrar en el edificio después de haber participado en una improvisada sardana en la acera a favor de sus presos y "exiliados".

Más desgarradora aún ha sido su última aparición, aferrado a una frasca de ratafía, el infame bebedizo alcohólico de hierbas catalanas. Entre represión y represión, el presidente catalán en Cataluña ha participado en un concurso de elaboración del licor, cosa de la que al parecer es consumado experto.

Hay más. Puigdemont, el presidente catalán en Alemania. El Gobierno catalán está a punto de concederle el estatus de expresidente que ha solicitado. No es que se haya dado por rendido. Todo lo contrario. Él sigue siendo el president a pesar de la brutal represión implícita en tener despacho, coche, secretarios, conductores y guardaespaldas en calidad de expresidente y a costa de los contribuyentes, a muchos de los cuales considera redomados fascistas.

Torra, que es todo un moderado, se quedó corto al hablar de crisis humanitaria. En Cataluña lo que hay es una emergencia humanitaria. Se acabaron las excursiones a las cárceles de Madrid y los combinados en el AVE. El president se dedica a la fabricación de ratafía (ni lo intenten ni lo prueben) y al ex president le van a doblar la guardia, las secretarias y los asesores. ¿Dónde se ha visto cosa igual? Alerta tsunami. Lo de los resucitados del Aquarius es un chiste al lado del caso de los golpistas presos por ir contra más de la mitad de la población de Cataluña y abatir la democracia; una broma de mal gusto en comparación con las penurias de los "exiliados" como Puigdemont, una nada minúscula y menor frente a los padecimientos de "represaliados" tipo Torra, a los que no les queda más remedio que ahogar sus penas no penitenciarias con un brebaje tan ínfimo como la ratafía.

Un dramón aliñado con el traslado de los presos a su casa, donde mandan. Ni en la Turquía de Erdogan son tan sibilinos, ponzoñosos y miserables.

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