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Pablo Planas

Romeva, el TC y el CNI

Este ex niño es el tipo de oportunista generado por el proceso separatista.

Este ex niño es el tipo de oportunista generado por el proceso separatista.
EFE

Raül Romeva es el consejero autonómico catalán que se maneja por la vida con unas tarjetas en las que pone que es "Minister of Foreign Affairs, Institutional Relations & Transparency". Resume Romeva el tipo de oportunista generado por el proceso separatista. Ex niño bien residente en San Cucufate del Vallés, Romeva fue un eurodiputado ecocomunista que alcanzó su apogeo con una pregunta al Consejo de Europa en la que denunciaba un pisotón del defensa central Pepe a Messi. En diez años sólo se le conoció otra iniciativa, una enérgica protesta por unos supuestos vuelos militares en el espacio aéreo leridano que según Romeva eran indiciarios de una intervención armada en Cataluña.

De regreso a Barcelona, Romeva se dio de baja de Iniciativa per Catalunya-Verds, residuo terminal del PSUC, se apuntó a la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y, como no era ni de ERC ni de Convergencia, se le colocó de número uno de la lista de Junts pel Sí; pero como un uno de pega, de testaferro de Artur Mas, que iba de tres y a quien no se lo cargó la inhabilitación del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), sino el empecinamiento de la CUP. Tras mandar al astuto a la papelera de la historia, según jactose la cupera Anna Gabriel, los radicales no pusieron objeción alguna a que fuera designado presidente de la Generalidad el entonces alcalde de Gerona, Carles Puigdemont, que había ido de tres por su provincia en la lista de Junts pel Sí.

En ese delirante contexto de aberrantes prácticas democráticas, un marxiano sin principios como Romeva hizo valer su teórica agenda europea para trincar el cargo de consejero, en su caso ministro y embajador plenipotenciario. La Unión Europea clamará a favor de la república catalana, aseguraba. Un año y medio después de intensas gestiones, Romeva sólo ha logrado el apoyo de los fascistas de Finlandia y de la Liga Norte. Pese a todo, su prestigio permanece intacto. Sobre todo después de haber llamado fascistas en sede parlamentaria a los participantes en una manifestación contraria al proceso organizada por Sociedad Civil Catalana. Insultar impunemente a miles de personas era su mayor logro como minister.

Ahora también puede presumir de una sentencia del Tribunal Constitucional que dice que la Generalidad no puede tener una consejería de Asuntos Exteriores porque se trata de una de las pocas competencias exclusivas que le quedan al Estado. Que no es que el Estado haya hecho mucho por mantenerla, pero, como ha dicho Macron, él habla con España entera. Seguramente que entre otras razones porque tratar con diecisiete estadillos sería un contradios burocrático.

Como es obvio, Romeva sigue siendo minister porque las sentencias del Constitucional en la prerrepública catalana son bonos del tesoro griego en el mercado internacional. Cosas que pasan en el Estado autoritario que amordaza a Guardiola. De todas maneras, y visto el fiasco del Kissinger del proceso, son muchos los separatistas de toda la vida que sospechan que Romeva es, como Anna Gabriel, un infiltrado del CNI.

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