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Pablo Planas

Una escuela verde, feminista, social y en catalán

La eliminación del español ha sido el objetivo prioritario del nacionalismo, categoría que incluye a los nacionalistas, a la izquierda y a buena parte de la derecha.

La eliminación del español ha sido el objetivo prioritario del nacionalismo, categoría que incluye a los nacionalistas, a la izquierda y a buena parte de la derecha.
El consejero de Educación catalán, Josep Gonzàlez-Cambray. | Europa Press

La cuestión es árida, pero se resume en una frase: el separatismo catalán quiere erradicar el idioma español en todas las fases de la enseñanza, desde párvulos a universitarios, paso indispensable para desespañolizar Cataluña. Eso es así desde antes incluso de que Pujol llegara a la presidencia de la Generalidad. Pedagogos socialistas y los catalanistas racistas que fundaron Òmnium en pleno franquismo mientras se enriquecían gracias al franquismo fueron los que establecieron el canon de la inmersión lingüística y la conversión del español en el idioma del servicio, de los pobres, de los charnegos.

Desde entonces, la eliminación del idioma y la cultura españoles ha sido el objetivo prioritario del nacionalismo, categoría que en Cataluña incluye a los nacionalistas propiamente dichos, a la izquierda al completo y a una parte muy relevante de la derecha. La resistencia contra esa operación de ingeniería social y totalitarismo ha sido y es tan heroica y admirable como infructuosa. La propia sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que establece un 25% de español en el horario lectivo de la enseñanza obligatoria es una demostración fehaciente. Ni se ha aplicado el fallo ni se aplicará. La sentencia es el canto del cisne del Estado en Cataluña. Los prebostes de la Generalidad se la pasan por el arco del triunfo mientras la Alta Inspección Educativa mira para otro lado, el Ministerio de Educación aplaude y el separatismo aprovecha para dar otra vuelta de tuerca a la inmersión lingüística.

En las últimas horas, un grupo de profesores sindicados en una entidad llamada AMES (Acción por la Mejora de la Enseñanza Secundaria) ha alertado en un completo informe sobre el sesgo antiespañol de los libros de Historia del último curso del bachillerato. Para empezar, se trata de manuales de historia de España que omiten en el título la palabra España. A partir de ahí, los textos convierten a los historiadores que sostienen que Cervantes era catalán y escribió El Quijote en catalán en unos tipos conscientes y orientados. El resumen es que Cataluña es una nación milenaria, democrática, culta y sofisticada sojuzgada por un pueblo bárbaro y miserable, alérgico a cualquier modo de civilización y urbanidad.

Al poco, la Consejería de Educación anunciaba en un informe elaborado por un consejo asesor un plan con cincuenta puntos para "reforzar" el catalán en las escuelas, lo que en la jerga separatista quiere decir marginar, más si cabe, el español. El consejero de Educación, Josep Gonzàlez Cambray, de ERC, afirmaba que en Cataluña se debe hablar catalán, vivir, amar y relacionarse en catalán. No hay alternativa posible.

González Cambray no es un dirigente de ERC como Gabriel Rufián, que compra el melón en la frutería gourmet de los melones. Como buen alto cargo independentista, Gonzàlez Cambray se cambió la tilde del apellido pero ha matriculado a su prole a un colegio donde no se aplica la inmersión lingüística que tan buena es y por eso no rige en ningún otro país del mundo. La cuestión es que este consejero tiene un lema que no cesa de incluir en sus cartas oficiales y discursos a la "comunidad educativa". Gonzàlez Cambray es el abanderado de la llamada escola catalana, que es una escuela "verde, feminista, social y en catalán". El tipo no lo oculta. Le importan un bledo los conocimientos, los contenidos, las capacidades, el esfuerzo y el mérito. En eso coincide con las izquierdas del resto de España, aunque en su región el lema se tiene que leer al revés. La escuela en Cataluña, primero en catalán, o sea, separatista.

Este consejero autonómico es uno de los símbolos de la destrucción de la enseñanza pública en España, una catástrofe que está en la raíz de problemas como la llegada al poder de una legión de iletrados adoctrinados en el odio a España en toda España, no sólo en Cataluña. Una escuela verde, feminista, social y en catalán... Ignorantes, tontos y seguros votantes.

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