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EDITORIAL

La operación De Juana

Mientras probablemente alguien cercano al Ministerio del Interior organiza un montaje para sensibilizar a la población y sacar a un etarra de la cárcel, los compinches de éste atentan en España y se rearman en Francia.

La entrevista que el rotativo londinense The Times publicó con Iñaki de Juana Chaos no ha pasado desapercibida en los medios españoles. No es casual que este caso, el de un asesino en serie que pretende recobrar la libertad que no le corresponde mediante una huelga de hambre, sea el que más tinta esté haciendo correr en la prensa nacional en los últimos meses. Tampoco lo es que el asunto De Juana coincida con el proceso de rendición ante la ETA promovido desde el Gobierno.

Todo va unido en un mismo bloque. Un bloque cuya argamasa es la cobardía de un presidente del Gobierno que no quiere hacer frente a la realidad que él mismo ha creado, mezclada con el envalentonamiento de la ETA, crecida desde que, hace poco más de un año, atisbase la posibilidad de derrotar a nuestro Estado de Derecho. En el universo en el que vive la ETA y sus satélites todo está vinculado con todo y nada sucede por azar.

La sospecha de José Luis Requero, vocal del CGPJ, de que tras la entrevista se encuentra la larga mano del Ministerio del Interior es digna de ser tenida en cuenta. ¿Quién si no podría saltarse a la torera los controles de acceso a la habitación del etarra? ¿Y quién si no haría de la entrevista un alegato a favor de la rendición? Porque, dejando a un lado la puesta en escena de la entrevista al más puro estilo del espía ruso Litvinenko que falleció el año pasado en extrañas circunstancias, lo que importa no es cómo está De Juana tras 92 días de huelga de hambre sino lo que dice. El mensaje del terrorista convertido en un nuevo Ecce Homo para el nacionalismo vasco es que el camino es la rendición, es decir, que sólo la solución ofrecida por Zapatero puede poner punto final a semejante sufrimiento.

Las fotografías publicadas en The Times y profusamente repetidas en los periódicos y televisiones españolas tampoco han pasado inadvertidas a la opinión pública. La estampa de un hombre extremadamente delgado, macilento, a las puertas de la muerte ha obtenido gran repercusión social. La insistencia mediática en la entrevista y, especialmente, en las fotografías de De Juana no puede interpretarse de otro modo que no sea el de provocar la compasión de parte de la opinión pública. Y de la compasión a comprender los motivos de la excarcelación hay un paso que muchos en el Gobierno y fuera de él quieren dar lo más rápido posible.

Sacar de prisión al etarra sería un insulto a la Justicia y un error que el Gobierno terminaría pagando caro, pero no sólo eso; conceder a la banda asesina una nueva victoria sería poner de rodillas definitivamente al Estado de Derecho. Y más cuando hace poco más de un mes los compañeros de De Juana hicieron estallar una bomba letal en Madrid, cuando hace sólo dos días volaron la estación vizcaína de Luchana, cuando esta misma semana la Policía judicial francesa ha revelado que ETA guarda "cientos de armas y explosivos" en los domicilios de sus colaboradores.

En resumidas cuentas, mientras probablemente alguien cercano al Ministerio del Interior organiza un montaje para sensibilizar a la población y sacar a un etarra de la cárcel, los compinches de éste atentan en España y se rearman en Francia. Esta es la dolorosa realidad y el extremo donde estamos llegando por culpa de un irresponsable cuyos experimentos terminaremos pagando tarde o temprano.

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