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EDITORIAL

Traición a las víctimas

Convendría que el PP emitiera signos inequívocos de que no piensa continuar la ruta marcada por el PSOE ni validar uno solo de los acuerdos a los que haya podido llegar el Gobierno con los terroristas y sus partidarios.

Zapatero pretende pasar a la historia como el presidente que acabó con ETA y Rubalcaba está dispuesto a cumplir con este antojo, aun a costa de sus ya de por sí mermadas opciones electorales.

El rosario de concesiones, promesas y muestras de afecto del Gobierno al entorno etarra no tiene parangón en la historia de la democracia. El retorno de la marca electoral del hacha y la serpiente a los ayuntamientos vascos fue la primera consecuencia de una hoja de ruta gubernamental que ha cubierto una nueva etapa con la reunión de Ayete, una "conferencia de paz" indigna, amparada por el Ejecutivo, en la que ha participado el PSOE y que ha alumbrado la enésima revisión de los principales postulados etarras, equiparado a los asesinados por ETA con los detenidos por el Estado de Derecho y dado voz a las demandas de territorialidad y derecho a decidir. Que el Gobierno haya jaleado este acto, con declaraciones como las de Caamaño y Chacón, es una muestra más de hasta dónde está dispuesto a llegar el PSOE a fin de conseguir una nota de ETA.

El grado de renuncia y cesión del Gobierno no sólo evidencia la fase terminal de Zapatero y Rubalcaba, sino que deja a las instituciones inermes ante el asalto de los proetarras y cuestiona gravemente la viabilidad de España como Nación. La traición a las víctimas, tal como advertía entre el desprecio casi general Mayor Oreja, se ha consumado y tanto el Gobierno como el PSOE han tomado parte activa en su división y ostracismo, condición sine qua non para la evacuación de un comunicado tan hediondo como el hecho público este lunes.

No se debe olvidar que son un Gobierno en su fase final y un partido derrotado por su incapacidad para hacer frente a los problemas de España los que impulsan la capitulación ante los terroristas. Eso debería ser suficiente para que el proceso quedara en papel mojado. Por otro lado, convendría que el PP emitiera signos inequívocos de que no piensa continuar la ruta marcada por el PSOE ni validar uno solo de los acuerdos a los que haya podido llegar el Gobierno con los terroristas y sus partidarios.

Las víctimas y la sociedad española se han ganado el derecho a ser los vencedores de un conflicto que sólo existe en la imaginación de los asesinos y de los nacionalistas; la policía y algunos jueces y políticos también se han ganado el derecho a que su victoria sobre el terrorismo sea reconocida como uno de los más brillantes ejemplos de constancia y buen hacer desde legalidad frente a los criminales. No a la impunidad.

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