
Es difícil que un barrio como el de Chueca, que desde hace años es una de las zonas más de moda de Madrid con bares, comercios y oferta cultural, te pueda sorprender en algo pero el restaurante La Cerda de Chueca lo consigue.

Un local disruptivo, diferente, singular, divertido, sinvergüenza, políticamente incorrecto en el corazón de unos de los barrios gays más conocidos de Europa en el que todo cabe. En La Cerda vas a disfrutar sin preocupaciones, vas a comer sin ningún tipo de restricciones donde lo ordinario se hace distinguido.
La carta es variada, apta para todos los paladares, con calificación de alérgenos y perfecta para compartir con amigos, con familia, incluidos los niños, y con tu pareja, además de disponer servicio para recoger en el local o de delivery a través de Glovo. Como los mini hot dogs madrileños (12,90€ / 3 unidades), de pan brioche, con chopitos y alioli. Una muy buena versión del castizo bocata de calamares.

Dos jóvenes emprendedores
Los artífices de este concepto tan atractivo, que sorprende por su ingenio y sentido del humor, son Víctor Maderal y Luis González y en La Cerda te vas a encontrar neones, cerditas por todo el local, jamones rosas con alas colgados del techo o cuadros de cerdos que pudieron ser ilustres, todo con un toque pin up propio de los dinner de los años 50. Es perfecto para los amantes de las redes sociales y más concretamente Instagram, harás y te harás fotos sin parar y serás la envidia de tus followers.

Otro de los elementos distintivos es la vajilla en la que presentan sus platos y cócteles, con un busto de una cerdita o una teta, obra de El taller de Piñero, de José Piñero, considerado como uno de los 100 españoles más creativos en el mundo de los negocios, según Forbes. Una vajilla que podrás comprar en el propio restaurante.
Así, la rica ensaladilla rosa (11,50€) es su interpretación de la clásica ensaladilla rusa acompañada de pan de gambas y metida en una matrioska de una cerdita. Y es rosa no porque sea salsa rosa sino porque tiene una espuma de remolacha que le da ese tono sin que su sabor se altere en exceso.

De la cocina acertada e informal de La Cerda llegan los maravillosos tacos de ría y dehesa (13,50€), tres unidades de tacos de maíz con pulpo y papada 100% ibérica. Un mar y montaña mexicano que te sabrá a gloria.
De la vena castiza aparecen unos muy ricos huevos (no) rotos bajo el mar (14€), que son unos huevos camperos con patatas (rotos o no) con una de mis debilidades desde que probé un pan bao en el restaurante Navaja, un delicioso cangrejo de concha blanda, y coronado con gambones al ajillo que te los añaden en la mesa para completar otro estupendo mar y montaña.
La Cerda de Chueca está en el número 15 de la calle de Barbieri, en el local que ocupaba Le Cocó, perteneciente al grupo de mismo nombre y que ha añadido este original restaurante a su oferta en la que destacaba el italiano Fellina, del que ya os hablamos en Libertad Digital, El Columpio, del que también dimos cuenta en este medio y Giulietta y Antonella, aún por descubrir.
#Regalameunacerda
De la selección de carnes probamos la especialidad de la casa, un espectacular costillón de vaca (19,50€), elaborado a baja temperatura en el que la carne se separa del hueso, muestra de su punto perfecto de cocción, y acompañado por pimientos rojos.

Y como no podía ser de otra forma, para acabar terminamos con un trampantojo de torrezno de Soria (7,50€), que es una tarta de tres chocolates con una lámina crujiente por encima para rematar la idea del torrezno y que viene presentado en un plato con la forma de esa panceta tan clásica.

Además, como parte de la decoración de La Cerda tienes la opción de donar una cerda de peluche que será exhibida en las estanterías del restaurante y que la podrás etiquetar con el hashtag #regalameunacerda.
Déjate seducir por esta divertida y deliciosa cerdita y acércate a su desenfadado local para disfrutar de su carta con un ticket medio de unos 30€.
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