Una madre y un hijo que se odian. Ella, fotógrafa de guerra y madre soltera que no sabía que hacer con su hijo al que ingresó en un internado con tan sólo 5 años. Su hijo se mudó de Reino Unido a Nueva Zelanda donde formó una familia. Sin embargo, su mujer acaba de morir tras una larga enfermedad y él empieza a cometer los mismos errores de su biografía, ha ingresado a su hijo adolescente en un internado.

Pero la temible madre reaparece, ahora ya anciana se ha roto una pierna y depende de ayuda constante. El problema es que él tiene que viajar fuera del país por negocios, motivo por el que decide sacar a su hijo adolescente del internado para que cuide de su abuela. Abuela y nieto con una relación totalmente distante, entre otras cosas por la falta de afecto y la personalidad de la abuela, totalmente alcoholizada. Se bebe una botella de ginebra al día.
Este es el planteamiento de Juniper, película de Nueva Zelanda protagonizada por la gran actriz británica Charlotte Rampling, que impregna la frialdad y distancia que el personaje de la abuela necesita.

Tras este planteamiento inicial, veremos cómo evoluciona la relación entre abuela y nieto, una que se ve en la recta final de su vida y quizás observe con las perspectiva que da el tiempo lo errores del pasado, y el otro con el duelo por la muerte de su madre que es incapaz de superar.
Esta abuela, abiertamente hostil y una bebedora empedernida, y su nieto llegarán a hablarse. Sorprendentemente para él mismo, de esta forma el adolescente desarrolla lentamente una mejor comprensión hacia su padre y sus problemas y temores.
Juniper es una película sobre la decisión que tomamos como personas de vivir y de morir, sobre cómo afrontamos el dolor y aceptamos la vida. Destaca la magistral interpretación de la actriz nominada a los Oscar Charlotte Rampling (Dune, 45 años, La caída de los dioses), quien protagoniza la abuela Ruth, y comparte pantalla con el joven actor neozelandés George Ferrier, en el papel de Sam.


