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El separatismo humilla a Sánchez y se ríe de España: arranca el 'procés' parte dos

Los indultados salen de prisión envalentonados, desafían al Estado y se conjuran para retomar el golpe del procés.

Los indultados salen de prisión envalentonados, desafían al Estado y se conjuran para retomar el golpe del procés.
Los golpistas indultados tras su salida de prisión | EFE

Tres años y medio después de la proclamación de la república catalana en el Parlament, el único cambio en Cataluña es que Carles Puigdemont continúa fugado de la justicia. El resto de los líderes golpistas ya está en la calle, dispuestos a volverlo a hacer. No han engañado a nadie, salvo al Gobierno de Pedro Sánchez, que quiso ver en una ambigua carta de Oriol Junqueras una suerte de propósito de enmienda. El espectáculo de la salida de la cárcel de los siete hombres de la prisión de Lledoners ha echado por tierra todas las previsiones y divagaciones socialistas sobre la concordia y la convivencia, el medido discurso del Liceo de un Pedro Sánchez seducido por el Círculo de Economía y la Conferencia Episcopal Tarraconense.

Los golpistas, una vez recuperada la libertad, no están para concordias ni reencuentros, sino por recuperar el tiempo perdido, lo que significa reemprender el proceso separatista allí donde lo dejaron, en una proclamación de independencia que quedó en brindis al sol por la incapacidad del aparato de la Generalidad para mantener el órdago al Estado. Con muchas lecciones aprendidas de aquel golpe, ahora se aprestan a negociar con el Gobierno mientras preparan lo que ellos llaman un nuevo "embate".

La estrategia es conocida. Pretenden arrancar de Sánchez la impunidad en forma de amnistía y un referéndum de autodeterminación a la escocesa. Y se han dado un plazo de dos años, periodo en el que no dejarán de conspirar de cara a derribar las cada vez más escasas resistencias contra sus propósitos dentro y fuera de Cataluña. En palabras del dirigente del PP en Cataluña Alejandro Fernández ha comenzado la segunda fase del proceso después de un periodo de hibernación. Los indultos son el pistoletazo de salida de la segunda parte del proceso, una operación política que supera el marco catalán con la reforma de las funciones de la Corona que dé más protagonismo institucional a Sánchez y una revisión federal de la Constitución, todo ello, según Fernández, con la excusa de una "modernización" de España.

La puesta en escena de la liberación de los golpistas no ha dejado nada a la imaginación. Ha sido un "lo volveremos a hacer" con premeditación y alevosía, un homenaje a las esencias del separatismo supremacista e identitario, un escarnio contra la población no independentista patrocinado por Pedro Sánchez, el Gobierno y el PSC-PSOE. A las lógicas escenas de alegría se han sumado unos alegatos para insuflar ánimos a las bases separatistas. La independencia vuelve a estar al alcance de la mano. En el mundo emocional del independentismo, hoy es el segundo mejor día del procés tras el referéndum ilegal del 1-O.

Los privilegios penitenciarios

La de la cárcel es ya una pantalla superada. No ha sido muy difícil. Tras unos meses iniciales en prisiones madrileñas, la estancia en las prisiones catalanas dependientes de la Generalidad (o sea, de los subordinados políticos de los reos) ha sido un camino cuesta abajo aderezado con toda clase de privilegios, barra libre de visitas, permisos a discreción, atajos como el del artículo 100.2 para que pudieran salir a "trabajar" antes de lo previsto, un tercer grado anticipado y unas condiciones penitenciarias que han provocado bajas por ansiedad y depresión en decenas de funcionarios señalados por no ser nacionalistas.

Especializado en la propaganda y en dar la vuelta a los "relatos", el independentismo ha logrado que los indultos no se vean como una humillación sino como la consecuencia lógica de la debilidad de un Estado presionado por Europa y por el "pueblo" catalán, así como la revocación por parte del Gobierno de la sentencia del Tribunal Supremo. El primer bofetón de realidad se lo ha llevado Sánchez en la sesión de control del Congreso, cuando Gabriel Rufián le ha preguntado si los indultos eran valentía o necesidad para concluir que más bien se trataba de lo segundo. El líder socialista y sus medios teorizan con la apertura de una nueva etapa en Cataluña. Es cierto. El independentismo que estaba aletargado y deprimido resurge con brío.

Euforia separatista

Los líderes independentistas están eufóricos y muestran su faz más desafiante. Discurso retadores y alusiones constantes a la resolución del Consejo de Europa, una entidad menor que los medios separatistas saludan como si fuera un organismo de la Unión Europea. Nada nuevo, noticias falsas en los medios de la Generalidad y en los subvencionados por la administración y el empresariado y la banca de los indultos para alimentar la maquinaria propagandística.

Si alguien creía que los indultos aplacarían las ansias separatistas, que devolverían una cierta normalidad a Cataluña, que servirían para apaciguar la situación política estaba muy equivocado. A Sánchez le ha ocurrido lo mismo que a Rajoy, un estrepitoso fallo en la interpretación de las claves, mensajes distorsionados e interlocutores interesados que han trasladado análisis de parte, un empresariado cómplice con el golpe que no tuvo reparos en pedir a Rajoy que modificara la ley para agilizar los traslados de sede y un PSC de Miquel Iceta y Salvador Illa que no ha tenido el más mínimo reparo en traicionar al constitucionalismo.

El constitucionalismo, arrasado

La situación es ahora mucho peor que en octubre de 2017. Ciudadanos se ha diluido en sus propios errores, al igual que el PP, con un Casado que llegó a cuestionar la actuación policial del 1-O en la radio del conde de Godó en la última campaña electoral. El PSC, por su parte, se ha dedicado a debilitar todo el entramado de entidades contrarias al independentismo en el que se llegó a infiltrar con gran acogimiento durante los meses previos al golpe de octubre del 17. De participar en la manifestación del 8 de octubre, el partido socialista de Cataluña ha pasado a recuperar sus agudos tics nacionalistas y ahora lo que le interesa es arbitrar un tripartito con ERC y Podemos.

Nueva burla

En cuanto a los nacionalistas, se han vuelto a reír de eso que llaman Madrid. Han logrado engañar otra vez al Gobierno, esta vez del PSOE, con la inestimable colaboración de una parte muy significativa del poder económico regional. En cuestión de 48 horas, la salida de los indultados han convertido la representación sanchista del Liceo en uno de los episodios más ridículos de la historia reciente de España.

Estaba claro que a los indultados no se les pedía ni arrepentimiento ni mucho menos propósito de enmienda, pero sus discursos han ido mucho más allá de lo que esperaban los socialistas y dan la razón a quienes alertaban de los severos daños causados por los indultos al aparato judicial y a la ciudadanía catalana no nacionalista, que nunca ha dejado de estar en manos de una administración empeñada en erradicar el idioma español, incumplir las sentencias lingüísticas, aplastar a la disidencia, ignorar los derechos y libertades individuales, imponer sus teorías sobre "un sol poble" y aplicar el rodillo social y parlamentario para lograr la independencia. Vuelven a la carga mientras Sánchez se prepara para recibir al mandadero de Junqueras, Pere Aragonès, en la Moncloa. Como en tiempos de Mas y Puigdemont con Rajoy, el separatismo sólo lleva una "oferta" a Madrid: la autodeterminación y la amnistía. Y de ahí no se apean.

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