
El expresidente de la Generalidad prófugo en Bélgica, Carles Puigdemont, trata por todos los medios de desactivar las informaciones sobre los vínculos de su entorno y la Generalidad separatista con el régimen de Vladimir Putin. La censura de la Unión Europea, las denuncias en el Parlamento de Estrasburgo y las revelaciones del sumario de la operación Voloh sobre las conexiones del separatismo con Putin han puesto contra las cuerdas a Puigdemont, ya sin crédito en unas instituciones europeas alarmadas por las injerencias rusas y sus prácticas de guerra híbrida (desinformación, manipulación de procesos electorales, ciberataques y asesinatos selectivos).
El repentino fallecimiento del disidente ruso Alekséi Navalni, de tan solo 47 años, en una prisión cercana al círculo polar ha dado pie a un desesperado Puigdemont a pronunciarse de manera tajante en la red social X, donde ha dejado el siguiente mensaje en inglés: "La muerte de Navalni en una prisión siberiana es una terrible noticia para la democracia y expone al mundo las debilidades del régimen ruso, que silencia y persigue por todos los medios la disidencia política. Que descanse en paz".
Puigdemont no tiene dudas en atribuir la muerte de Navalni a un régimen con el que su entorno se ha relacionado profusamente antes, durante y después del golpe de Estado separatista. Hay constancia de que él mismo se llegó a reunir con emisarios rusos pocas horas de que los diputados separatistas proclamaran en el parlamento regional catalán una república independiente.
La posibilidad de ser juzgado por terrorismo y traición es lo que provocó la negativa de Puigdemont a votar en contra de la proposición de ley de amnistía y lo que ahora propicia los intentos por descamarse del Kremlin, a pesar de sus contactos y los de elementos de su entorno con importantes agentes rusos.
Excusas del entorno de Puigdemont sobre Navalni
Se da la circunstancia de que el letrado de Puigdemont, Gonzalo Boye (condenado por colaborar con ETA en el secuestro de Emiliano Revilla y encausado por un supuesto blanqueo de capitales del narco Miñanco), y el jefe de la oficina de Puigdemont como expresidente de la Generalidad, Josep Lluís Alay, mantuvieron una conversación en la que este explicaba al abogado que había tenido que dar explicaciones por escrito en Moscú sobre una carta de apoyo del expresidente prófugo catalán al disidente Navalni. Alay se quejaba a Boye de que Puigdemont había acudido además a un acto de la oposición bielorrusa. "Ya tuve que avisar por la carta de Navalni. Y ahora esto", le decía. Esos extremos trascendieron en septiembre de 2021.