Aunque hasta el 20 de enero el nuevo Gobierno no empezará a ejercer, ya han pasado unas semanas y aún no sabemos con exactitud qué pretender hacer el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, nombrado así para que sus siglas coincidan con un meme de internet de la prehistoria, es decir, de hace una década, y la criptomoneda Dogecoin que se lanzó en honor del mismo. Sí, sabemos que "rebajará el gasto" y "reducirá las regulaciones", pero ¿qué gasto? ¿Qué regulaciones?
Tanto Elon Musk como Vivek Ramaswamy han dado estas semanas algunas pistas de por dónde pueden ir los tiros. La primera es la simplificación de la legislación fiscal: no se trataría tanto de bajar impuestos como de reducir su complejidad para empresas y, sobre todo, ciudadanos, intentando cumplir el viejo sueño de que el formulario del impuesto sobre la renta ocupe un par de hojas y pueda hacerse sin recurrir a gestores o software especializado. Eso obligaría a eliminar ventajas fiscales y a igualar los tipos, de modo que las decisiones pasarían a tomarse sin tener en cuenta las consecuencias fiscales. Se trata de una vieja reivindicación de los republicanos reaganitas.
Una de las principales prioridades que no sorprendería que estuviera en un decreto firmado por Trump nada más aposentar sus posaderas en el Despacho Oval es que los funcionarios federales vuelvan a trabajar a la oficina. Musk ha calculado que aproximadamente sólo un 1% trabajan sus 40 horas a la semana en oficina y, como ya ha hecho en sus empresas, quiere eliminar la práctica que considera muy perjudicial para la productividad. Una medida así tendría la ventaja añadida de que podría provocar muchas bajas voluntarias de trabajadores que no quieran renunciar al teletrabajo. Para Musk y Ramaswamy, mejor que mejor.
Hay indicios de que pondrán la lupa en otros asuntos, por ejemplo, los miles de millones de dólares que todos los ministerios, especialmente el de Defensa, gastan todos los años sin que nadie sepa en qué. Años y años de auditorías fallidas con los que sin duda el Doge querrá acabar. Un punto en el que incidirán será en el fraude en la sanidad pública, los programas Medicare y Medicaid; donde prácticamente se pagan todas las peticiones sin echarles un ojo. En la izquierda norteamericana es un lugar común la defensa de la sanidad pública contrastando el poco porcentaje de dinero que gastan estos programas en burocracia respecto a los seguros privados, pero claro, eso sucede porque se gasta mucho más, no se sabe cuánto, en pagar reclamaciones fraudulentas.
Desgraciadamente, muchas de las reformas que plantean Musk y Ramaswamy han de pasar por el Congreso, donde podrían encontrar resistencia y retrasos. Pero al menos parece claro que el Gobierno de Trump pondrá el foco en la reducción del déficit, aunque nadie se cree que vayan a conseguir ponerlo a cero.