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Llevamos ya cierto tiempo oyendo hablar a todos los máximos responsables de La Compañía de su nueva estrategia llamada .NET. Desafortunadamente, como se expresan de forma más oscura y rimbombante que Birulés y sus subordinados, no es fácil saber exactamente en qué consiste. Especialmente cuando aplican el mismo calificativo a varias cosas.

La primera es la más técnica. Microsoft ha decidido plagiar la plataforma Java y llevarla un poco más allá. La principal ventaja del invento de Sun era la promesa (nunca suficientemente cumplida) del write once, run everywhere. Traducido al cristiano; que se escriba donde se escriba el programa, éste pueda ejecutarse en cualquier otro ordenador con cualquier procesador y cualquier sistema operativo. Microsoft pretende hacer lo mismo añadiendo algo más: que el programa se pueda escribir en cualquier lenguaje de programación. De este modo se podría ver a un equipo de programadores cada uno en su idioma informático predilecto colaborando en el mismo proyecto.

Para completar su apuesta contra Sun, se ha desarrollado un nuevo lenguaje llamado C#, de sintaxis casi idéntica a Java pero, por supuesto, un poco distinto e incompatible. Sin embargo, es difícil saber si conseguirá arrebatarle la primacía que ha alcanzado Java en estos últimos años. Le lleva mucha ventaja. Claro que también se la llevaba Netscape en la guerra de los navegadores.

Pero la especialidad de Microsoft es la informática de consumo y por ahí van los tiros. Uno de los puntos que hay que tener más en cuenta de la plataforma .NET es que está diseñada para ejecutarse a través de Internet. Así, Microsoft planea dejar de distribuir sus aplicaciones y obligar a los usuarios a ejecutarlas a través de Internet, cobrando una suscripción por ello. De este modo busca una nueva manera de cobrar librándose a la vez del acoso del software libre y del Departamento de Justicia. ¿Qué más da que el usuario tenga Windows o Linux si sigue escribiendo sus documentos con Office?

Pero la parte más divertida del asunto es que, entre sus servicios .NET, se incluye un sistema de centralización de datos de modo que, contratándolo, cada usuario introduzca una sola vez sus datos en el servicio de Microsoft y pueda emplearlos como identificador a lo largo y ancho de Internet, especialmente en las compras electrónicas. En definitiva, meter todos los huevos en la misma cesta, de modo que el cracker que les destripe el sistema se quede con los números de tarjeta de crédito de todo el mundo desarrollado. Y claro, con el inmaculado historial de seguridad de Microsoft, las compañías involucradas le han dicho que prefieren meter la cabeza en un barril de aceite hirviendo. Yo me apunto.


Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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