Gregorio González, aunque es de Ciencias, me dice que está muy interesado por estos soliloquios míos sobre el uso de la lengua común. Me confiesa que se ha hecho con la Gramática de Emilio Alarcos, que resulta “infumable”. (No deja de ser curioso que para subrayar la inadecuación de algo digamos que es “infumable”). Comparto ese mismo sentimiento. Realmente esa gramática ─como casi todas─ está escrita para filólogos. Puesto que mi corresponsal me pide consejo sobre la mejor gramática, tengo que citarle la de Ignacio Bosque y Violeta Demonte, Gramática descriptiva de la lengua española (Espasa) en tres gruesos volúmenes. De todas formas, para aprender a escribir, lo mejor es leer y conversar. Recuerdo al amigo Gregorio que la obra maestra de la Literatura española, el Quijote, está plagado de pequeños errores gramaticales. Algunos cervantistas sostienen que el autor los pone a propósito. Lo que no quita para que Cervantes domine admirablemente la capacidad de poner la palabra precisa allí donde se necesita.
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