Los médicos del Madrid estarán que trinan. Y con razón, porque últimamente les hacen menos caso que Gadafi a la ONU. Al menos eso ha ocurrido con Cristiano Ronaldo, a quien aconsejaron que no jugara ni contra el Olympique de Lyon ni el derbi del Vicente Calderón. "No salgas, que te rompes", le habrían dicho.
Pero el de Madeira, erre que erre, se pasó por el arco del triunfo los dictámenes de los galenos, que son los que saben de esto de las lesiones –un huevo y la yema del otro–, aun a riesgo de sufrir una recaída. Cómo no, CR7, con la aquiescencia de su míster –"estaría mejor si jugara el domingo", fue la vana excusa del entrenador en la víspera del duelo frente al Atlético–, jugó esos dos partidos. Y, claro, tanto ha ido el cántaro a la fuente...
Conclusión: Ronaldo se ha roto y va a estar al menos dos semanas apartado de los terrenos de juego. Se perderá, pues, los dos bolos de la selección portuguesa contra Chile y Finlandia, así como el choque del Bernabéu frente al Sporting de Gijón. Al final resulta que le va a salir bien la jugada porque parece que llegará a tiempo para la Champions, donde el Madrid se juega los cuartos –el pase a semifinales, mejor dicho– ante el Tottenham.
Se le ve el plumero a Cristiano, que va a escaquearse de dos amistosos sin chicha ni limoná. Más miga tendrá el duelo del 3 de abril –si la autoridad lo permite– contra los chicos de Preciado, el amigo del "canalla" Mou, en el que los blancos deben ganar para optar a una Liga que siguen teniendo en chino. Otra oportunidad menos para marcar en su duelo particular con Messi por el pichichi.
Bueno, así podrá pasar el portugués más tiempo con la flamante Irina –tortolitos ellos– y volver a disfrutar de sus suntuosas y opíparas cenas, como la que compartieron hace unos días en un céntrico hotel de Madrid a la luz de las velas. Cuentan que el futbolista se gastó 800 euros del ala... ¡y eso que no tomaron postre!