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EDITORIAL

El Gobierno, de caza contra los empresarios

En las subidas de los precios tienen mucho más peso y responsabilidad los gobernantes ineptos que siembran las condiciones de la inflación.

El ala podemita del Gobierno ha emprendido una brutal campaña con el silencio cómplice del sanchismo en contra el sector de la distribución de alimentos. Se pretende culpar al "capitalismo despiadado", en expresión de la ministra de Asuntos Sociales, Ione Belarra, de la inflación en los productos básicos. Dado que la invasión de Ucrania como excusa para la subida de precios ya es un meme, en Unidas Podemos han recurrido al comodín del malvado capitalista para tratar de revertir unas encuestas que les son cada vez más desfavorables por variados motivos, desde las leyes a favor de los violadores a la supina ineptitud y holgazanería que en ministerios como el de Consumo, en manos del ínclito Alberto Carlos Garzón.

Atacar a los empresarios creadores de riqueza, empleo y bienestar está en el código genético de la izquierda. De igual modo que odian el esfuerzo, el mérito, el trabajo, el intercambio de bienes y servicios y la competencia e ignoran las reglas del mercado o los más elementales principios de la economía, de la libertad, los derechos y, sobre todo, los deberes. Y nada mejor para camuflar todas esa saña y todas las carencias que convertir a los empresarios españoles en el chivo expiatorio del precio de los garbanzos, de la gasolina o de la luz.

Ha dicho Ione Belarra que "es indecente que el señor Juan Roig se esté llenando los bolsillos siendo un capitalista despiadado". Y añadió: "Hay que decirlo claro, son capitalistas despiadados y tenemos que pararles los pies". Semejantes acusaciones, como las que en su día se dirigieron contra Amancio Ortega, son impropias de alguien que detenta una cartera ministerial en el Gobierno encabezado por Pedro Sánchez, quien debería haber cesado de manera fulminante a su ministra Belarra. Claro que si Sánchez no ha forzado la dimisión de las responsables de la suelta de violadores tampoco es de esperar que actúe contra quienes se aprovechan de sus cargos y altavoces para poner en la diana a los empresarios.

La culpa de que hayan subido de manera disparatada productos, servicios y suministros esenciales no es de quienes crean, promueven y garantizan la producción y distribución de los mismos y generan miles de empleos. En esas subidas tienen mucho más peso y responsabilidad los gobernantes ineptos que siembran las condiciones de la inflación y después pretenden combatirla con plagas como el control de precios, la cosmética fiscal, las "paguitas" y las cestas a treinta euros. Puro populismo. Se sabe cómo empieza y se sabe cómo acaba. Los referentes ideológicos e "intelectuales" de la izquierda española son los mismos que han destruido el libre mercado en la práctica totalidad del continente iberoamericano, donde un kilo de comida puede llegar a costar decenas de salarios y miles de humillaciones, además de la libertad.

Ya se ha visto en qué han quedado experimentos como la cesta básica de Yolanda Díaz o el alcance de las medidas contra la inflación del Gobierno, los bonos culturales para los jóvenes o el ingreso mínimo vital que requiere de las personas en la indigencia la contratación de equipos informáticos y de abogados para poder solicitar su concesión. Todo mentira. Pura propaganda. Y agitación para echar la culpa a "los capitalistas", con señalamientos directos y llamamientos liberticidas.

Toda esa verborrea de Belarra sobre la intervención de los sectores estratégicos, el control de precios, la "mano invisible" del mercado, la "mano visible" del Estado y el "escudo social" es una afrenta intolerable contra los ciudadanos que sufren los efectos de la inflación y contra quienes de verdad tratan de combatirla generando riqueza, empleo, bienestar y oportunidades.

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