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Javier Somalo

Leyes del Puño, cerebros de alquiler

Lo de legislar para la mayoría no va con la izquierda, que necesita controlar a cada individuo y sus intenciones.

Lo de legislar para la mayoría no va con la izquierda, que necesita controlar a cada individuo y sus intenciones.
Irene Montero, con la plataforma FELGTBI+. | Europa Press

Discutir sobre el caso particular de gestación subrogada de Ana Obregón convierte un problema de fondo en un reality cochambroso, al uso. Todo serán alusiones personales y revisión de antecedentes, lo que sólo nos conducirá a conclusiones erróneas y siempre contaminadas por el perfil público del personaje. En estas páginas hay ya magníficos y variados argumentos que permiten una valoración sosegada del caso concreto, con casi todas sus peculiaridades.

Pero hay otras cosas que jamás cambian: la ley siempre debe ser lo más general posible y, cuando tocan aspectos morales o relacionados directamente con la vida, lo más consensuada políticamente que se pueda.

Pocas veces se ha visto tanta frivolidad legislativa como con la banda del patio, la pandi de Irene Montero, Ione Belarra, Pam, Lilith… Más allá de la caricatura, con los comunistas indocumentados garabateando en el BOE, los caprichos doctrinarios se están convirtiendo en Ley: para todos y de obligado cumplimiento. Siempre que alcanzan una de esas "conquistas" con el voto de los que se esmeran en violar nuestra Constitución se felicitan levantando el puño. Pero eso no es legislar, es jugar con lo público. Inventarse nuevos derechos es propio de totalitarismos, es conceder gracias entre las que acaba apareciendo la propia vida, o sea, la muerte. Por eso pasa lo del puño, símbolo ensangrentado pero admitido sin atisbo de memoria democrática.

Si, por ejemplo, el derecho a la educación básica está garantizado, es del todo absurdo legislar para salvaguardar ese mismo derecho a la educación básica de las mujeres. Y años después, de lo que llaman "colectivo LGTBIQ+", y así hasta cubrir cuantos segmentos de la población se les antojen, o generen, para dividirla, para enfrentarla… en definitiva: para moverse libremente en el caos, nutritivo caldo de cultivo del comunismo, como muy bien admitió Pablo Iglesias.

Y si la Constitución española proclama la igualdad ante la Ley, pues se hacen innecesarias todas las leyes que redunden y confundan.

Artículo 14. Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social.

¿Queda algo por cubrir tras leerlo? ¿Saben de veras en la izquierda qué es un derecho fundamental? Su "problema" es que estos derechos, en España, fueron recogidos por unas cortes constituyentes que salían de cuarenta años de dictadura sin necesidad de revolución. Su "problema" es que, al contrario que hoy, esos derechos los rubricaron entre la UCD, el PSOE, el PCE, AP y hasta las minorías separatistas.

Veamos este otro planteamiento perteneciente a una Ley en vigor con ámbito de aplicación en la Comunidad valenciana. Ley 23/2018, de 29 de noviembre, de igualdad de las personas LGTBI:

Artículo 1. Objeto.

1. La presente ley tiene por objeto reconocer el derecho de las personas lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales a la igualdad y la no discriminación por razón de orientación sexual, identidad de género, expresión de género, desarrollo sexual o grupo familiar.

Más, la de Podemos. Ley 15/2022, de 12 de julio, integral para la igualdad de trato y la no discriminación:

1. La presente ley tiene por objeto garantizar y promover el derecho a la igualdad de trato y no discriminación, respetar la igual dignidad de las personas en desarrollo de los artículos 9.2, 10 y 14 de la Constitución.

A decir verdad, en este particular ni siquiera es todo culpa de la izquierda sino de los partidos que creen necesario justificar su poder o simplemente temen que la izquierda les reproche heteropatriarcado monolítico. Hay una ley de uniones de hecho o de uniones homosexuales o de colectivos LGTBI en cada comunidad autónoma. Pasa como con las universidades, que todos quieren una. ¿Por qué a nadie le basta con la Constitución?

En la mayoría de las ocasiones, la izquierda irresponsable necesita legislar (rematadamente mal) para esconder su incapacidad gestora. Otras, como tapadera. Y las más, para subvertir el orden cargándose los principios básicos de toda democracia como sucede con su concepción de la "violencia de género", en la que se admite el agravante penal de ser hombre. Y de tanto legislar acaban haciéndolo contra sus propias leyes, generando irresponsablemente la tesis y su antítesis. Entonces un hombre se cambia de género y después maltrata o asesina a una mujer y el delito es distinto a si lo hubiera hecho desde su condición anterior. Y poco antes o poco después, el feminismo se topa con que ser mujer o dejar de serlo era tan sencillo como pedirlo en el registro y con posibilidad de arrepentimiento.

Tales son las "conquistas sociales" de la izquierda: mordiscos a la democracia, zarpazos en la corteza del árbol, orines cerca la guarida… simples marcas de territorio como para dejar constancia de su paso. Desde la Revolución Francesa es así: mientras caían las cabezas en los cestos se inventaban un calendario natural que hoy haría las delicias de la Agenda 2030. Ahí están esos meses: termidor, brumario, nivoso, germinal, floreal, pradial… Tiempo revolucionario, en fin. Y con tales nombres, hoy tan sostenibles, fueron empapando de sangre el camino hasta que los bolcheviques les cogieron el relevo, ya en el siglo XX. Ahora estamos en la tercera gran caída, quizá con mayúsculas.

Con decir que en España "de esto no se habla", aunque se haga de toda la vida o no sea necesario, es más que suficiente como para ponerse a legislar. Crean la necesidad y su solución. Pero jamás atienden a los problemas reales de lo que ellos llaman "le gente".

Además de decirnos cuáles son nuestros problemas para prescribirnos su solución, a la izquierda también le gusta hablar por nosotros, dejarnos redactada la queja. Son los políticos coreando las consignas antes que los ciudadanos, como si tuvieran que llenar de malestar unos tristes recipientes vacíos, vainas. Se me ocurre como ejemplo el llenado ideológico de las niñas (curiosamente, siempre niñas) que llamaban asesina a Isabel Díaz Ayuso o que lamentaban que no hubiera abortado la madre de Santiago Abascal. Adolescentes de Erasmus, máster, Bizum y revolución virtual. Cerebros subrogados para el mal.

Es como la familia según Belarra. No una ley que proteja o cubra una demanda general sino una Ley de Denominación, una especie de Ley General de Clasificación de especies familiares. Llevado a lo general, una Taxonomía comunista. Son las Leyes del Puño.

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