A Pedro Sánchez lo echaron un 1 de octubre, fecha reincidente en la historia de España, de 2016. El PSOE, gestionado temporalmente por Javier Fernández, permitió a Mariano Rajoy formar gobierno ofreciéndole 68 abstenciones, apenas un mes después, el 29 de octubre.
Han pasado siete años. Cayeron el propio Mariano Rajoy y su sucesor, Pablo Casado. Desapareció por completo Ciudadanos, con y sin Albert Rivera. Surgió Vox, creció desde Andalucía —12 escaños desde 0—, se consolidó en toda España con 52 escaños en 2019 y perdió 19 de ellos en 2023 en medio de una considerable crisis. Pablo Iglesias pasó de ser eurodiputado a candidato a presidente, ministro y hasta vicepresidente del Gobierno para abandonar después, mucho más rico que cuando empezó, la política activa y a Podemos y familia disueltos en Sumar.
¿Y Sánchez? En esos siete años Pedro Sánchez volvió, purgó el partido que lo había expulsado y llegó a presidente del Gobierno, donde sigue hoy sin complejo alguno. Pero los cambios también han pasado por él, siempre alimentado por la mentira, como ha resumido en Libertad Digital María José Grech.
El "racista" Torra, el delincuente y "prófugo" Puigdemont, "una de las peores hojas de la historia de Cataluña" — "a ustedes se les escapó, señor Casado", le reprochó—, la "rebelión" de octubre, la amnistía "inconstitucional"…
No hay hemeroteca que tumbe al felón. Tiene un gesto reservado para cuando le atosigan con ella: encoge los hombros, levanta las cejas y asoma un puchero de indiferencia mirando al infinito. Todo a la vez en una especie de "a mí plin, yo duermo en Pikolín". Y si queda algún periodista que quiera y consiga filtrar una saeta a través del pétreo muro de las contemplaciones, le basta con responderle lo primero que le venga a la cabeza: que salvó millones de vidas con el Covid, quizá. O que acabó con Franco. O que la derecha es una liga de violadores. No importa. Sale de todas.
Está claro que mereció la expulsión. Hoy está fuera de toda duda. Lo que resulta difícil de comprender es que los socialistas que se levantaron entonces tuvieran tan poca fuerza. ¿Quién se acuerda hoy de Susana Díaz? Entonces, ¿qué nos queda?
Unos dicen que asoma una "tercera España" en forma de partido trasversal. Una izquierda reformista que ha hecho muchas cosas ya en el terreno intelectual. Cosas que cuando llegan a la política se malean, se enquistan y se echan a perder. Cuando al intelectual no le interesa hacer política, y eso sucede por edad, por simple pereza o por no querer pisar el circo, acaba siempre recurriendo al político profesional, avezado tertuliano sin escrúpulos ni formación. Y se vuelve a joder la cosa.
Humildemente y con todo el respeto que me merecen muchos de los firmantes de esta enésima intentona como Trapiello, el incansable Savater o Sosa Wagner, creo que la tercera España fue la resultante de la concordia, la de la Transición. La tercera España no era sino la unión de las dos Españas reconciliadas en busca de la libertad. Lo consiguieron ellos. Por eso allí sí tuvo sentido una amnistía. Ahora, con otra, se quiere revertir aquel meticuloso (y milagroso) proceso.
Otros creen en Europa. Yo sólo en algunos, poquísimos, políticos europeos. Quizá sólo en una. Maite Pagazaurtundua, que dice lo que debería ser Europa y lamenta el eco de su voz:
"Las palabras de Sánchez expresan la voluntad de invertir las bases del Estado de derecho democrático. Europa no puede permanecer ajena".
Las palabras de Sánchez expresan la voluntad de invertir las bases del Estado de derecho democratico. Europa no puede permanecer ajena. pic.twitter.com/HGn2TCQEfc
— Maite Pagazaurtundúa (@maitepagaza) September 21, 2023
Pues permanece ajena, inmóvil cuando no ambigua o protectora de las corrientes separatistas. Europa siempre duerme mientras deja de ser Europa. Y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, admitiendo a trámite el recurso de los golpistas, añade pesadez a esta indigesta bola que está dejando también a España fuera de juego, vieja y enferma.
Derechos Humanos… como aquella comisión de la que llegó a ser miembro en el Parlamento vasco un terrorista que ahora sale en el cine insultando a los que mató. Muy amigo de Otegui, con el que compartía risas exageradas en los escaños vascos para que los diputados que enterraban a compañeros sufrieran un poco más.
Otegui y Ternera. Si con el de Mondragón no era suficiente, recordemos siquiera lo último que dice Ternera, que los guardias civiles tenían lo que se merecían y que para algo daban "todo por la patria". ¿Demasiado insoportable? El propio Ternera tendría un sitio con Sánchez si eso fuera una condición. Todavía hay tiempo para que suceda. Ya todo puede pasar mientras unos y otros juegan en el recreo. Una pieza derriba otra, como el imparable dominó que se destruye gracias al orden de colocación de las fichas. Y nadie se separa lo bastante o es lo suficientemente firme como para detener la cadena. España no se ha roto, se rompe sin cesar.
Los hay, por último, que han querido ver en la quedada socialista del Ateneo de Madrid un remake de aquel balcón del 82, también en octubre. Guerra y González, González y Guerra. Reconciliados y juramentados cuarenta años después contra el "sanchismo" que todo lo invade. Pronunciaron frases plausibles. Si Sánchez admitiera, si Sánchez se atreviera, si acaso consintiera… Cuando salieron del templo, Sánchez ya había admitido, se había atrevido y por supuesto consentido. La vieja guardia se quedaba dándose palmadas en las ya cargadas espaldas. Qué… ¿entramos otra vez?
Si en el PSOE quieren ser útiles de verdad, que rompan este PSOE que dicen que no es el bueno y echen a Sánchez otra vez. La semana que viene tienen que votar. No hay Ateneos, Europas ni terceras españas que valgan contra el felón.
***
A Dios rogando y con el mazo dando. Manifestaciones contra la amnistía y la deriva del gobierno en funciones.
· El domingo 24 de septiembre, a las 12 en la Avenida de Felipe II, en Madrid.
· El domingo 8 de octubre, a las 12 en Barcelona delante de La Pedrera.