Buena apreciación la de Esperanza Aguirre ayer en el Foro de Nueva Economía. Porque si, como apunta la presidenta de la Comunidad de Madrid, el hundimiento del túnel se hubiese producido en el barrio de Fuencarral, hace tiempo que no le hubiese quedado más remedio que presentar la dimisión. Una asimetría un tanto caprichosa que da que pensar.

Si se le viene abajo un túnel a un gobierno de izquierdas no pasa nada. Y no pasa nada aunque se restrinja el acceso a los medios y se ningunee a los afectados. Si, por el contrario, a un gobierno de derechas se le va a pique un petrolero pirata a pocas millas de la costa se arma la marimorena, o, mejor dicho, le arman la marimorena. Y se la arman aunque los medios puedan trabajar con total libertad y los afectados sean convenientemente atendidos. Lo dicho, da que pensar.