
Un Papa para la historia
Pocos pontífices han dejado un legado tan rico a su muerte como ha hecho Juan Pablo II. A su infatigable lucha por un mundo en paz ha sumado una vitalidad extraordinaria que ha conseguido llevar el mensaje del Evangelio a todos los rincones del globo. Su empeño por apadrinar y erigirse como defensor de la causa de la libertad ha sido proverbial. Esa es la principal deuda que el mundo contemporáneo tiene con el Papa que acaba de dejarnos. Su herencia debe perdurar, fortalecerse y, sobre todo, las enseñanzas que nos dejó en vida no deben olvidarse jamás.
En todo el mundo se reza por su alma y en España miles de personas han salido en las últimas horas a la calle a mostrar su respeto por un Papa que se ha ganado a pulso un hueco en la Historia. Que descanse en paz.
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