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EDITORIAL

370 medidas para echarse a temblar

Ese programa netamente intervencionista debería servir para que el electorado liberal-conservador fuera perfectamente consciente de lo mucho que se juega si finalmente toca ir a las urnas en el mes de noviembre.

Buena prueba de que Pedro Sánchez está ya pensando en una nueva cita electoral son las 370 medidas para un "programa común progresista" que presentó recientemente en un acto público de marcado carácter electoralista.

A escasos veinte días de que se disuelvan las Cortes, Sánchez ha dado a conocer un documento en el que conviven apelaciones sin la menor concreción práctica con otras iniciativas de profundo calado, sobre todo en el terreno económico, que pondrían bajo seria amenaza el futuro de la economía.

Junto a este batiburrillo de propuestas disparatadas, Sánchez se ha sacado de la manga un rechazo a un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Ahora bien, ese supuesto desplante a los partidos secesionistas, con los que se conchabó para llegar al poder, no es más que otro fuego de artificio en este burdo montaje. Buena prueba de ello es la reacción de la rufianesca ERC, que ha asegurado que Sánchez contará con sus votos si finalmente se presenta a una nueva investidura.

Esta farsa tiene su colofón en la humillante oferta a Pablo Iglesias, para que venda sus votos a cambio de enchufar a sus allegados en cargos con "altas responsabilidades"... pero bien lejos del Consejo de Ministros. Con esa añagaza, Sánchez cubre sus espaldas ante el votante de izquierdas para poder culpar al potentado comunista del fracaso de una investidura que él mismo ha dinamitado.

Más allá de cuál sea la respuesta de Iglesias a este nuevo intento del líder socialista de laminarlo, lo cierto es que las 370 medidas anunciadas por Sánchez supondrían un aumento descomunal del gasto público y unas subidas de impuestos tremendas, precisamente lo que menos necesita una España que empieza a mostrar signos alarmantes de un fuerte deterioro económico. Ese programa netamente intervencionista debería servir para que el electorado liberal-conservador fuera perfectamente consciente de lo mucho que se juega si finalmente toca ir a las urnas en el mes de noviembre.

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