La formación liderada por Albert Rivera ha cerrado la puerta a cualquier acuerdo con los socialistas tras las elecciones generales del próximo 28 de abril, en una decisión adoptada por unanimidad en Ejecutiva Nacional. El portavoz de Ciudadanos justificaba la negativa a pactar con el PSOE con que "el presidente del Gobierno de España dialoga y pacta con aquellos que han dado el golpe de Estado en Cataluña" y han tratado de "romper [el] país desde las instituciones".
Como acertadamente afirma Cs, es ese un hecho de extraordinaria gravedad que ha de marcar las elecciones y, en consecuencia, cualquier decisión posterior vinculada con el futuro Gobierno de la Nación.
Ciudadanos quiere así acabar con las dudas sobre su estrategia postelectoral, dudas alimentadas por su controvertida política de pactos, su desempeño en la última legislatura de Mariano Rajoy y en la de Pedro Sánchez o en su indignante fijación, ¿felizmente superada?, con Vox.
Ahora bien, junto con esa contundencia a la hora de fijar su estrategia para las generales, Cs sigue haciendo gala de una ambigüedad calculada cuando se trata de las autonómicas y las municipales, también muy próximas y de gran importancia, puesto que en ellas se dirimirá el color político de 13 CCAA y de los principales ayuntamientos del país, empezando por el de Madrid.
La proximidad de ambas citas electorales, separadas por menos de un mes, hará que las autonómicas y las municipales se celebren cuando aún no se haya conformado el nuevo Parlamento, por lo que los partidos estarán a tiempo de ahormar alianzas en función del resultado de esos comicios. Pero dicho margen legítimo de maniobra, propiciado por la decisión de Sánchez de adelantar las elecciones generales, no debería ser utilizado por los partidos del centro-derecha para eludir su responsabilidad en la tarea de desactivar el desafío separatista o una nueva mayoría frentepopulista.
Así, la mejor forma de que Ciudadanos despeje cualquier duda sobre su negativa a pactar con los socialistas es extender su decisión a las CCAA y los ayuntamientos. Si no, los votantes podrán albergar legítimamente sospechas de que su voto puede acabar sirviendo a los intereses del PSOE y su execrable compañía de golpistas, neocomunistas y proetarras.