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EDITORIAL

El PSOE insiste en el timo del federalismo

Pedro Sánchez y Susana Díaz han recuperado el viejo paradigma de Pascual Maragall, el "federalismo asimétrico".

El congreso de los socialistas catalanes celebrado este fin de semana ha servido, además de nombrar a Miquel Iceta como secretario general de la formación, para que las voces más autorizadas del partido insistieran en el camino a ninguna parte que supone la reforma federal de la Constitución. Con un Estado Autonómico que excede (de lejos) la distribución competencial propia de los estados federales, apostar por el federalismo como vía de "encaje" de Cataluña en España es una tomadura de pelo que esconde otros objetivos muy distintos de los que implica esa forma política del Estado. El federalismo, uniformador por esencia, es incompatible con los afanes nacionalistas que buscan precisamente diferenciarse del resto de España en función de una historia inventada y un presente distorsionado tras más de tres décadas de totalitarismo separatista.

El Partido Socialista de Cataluña, formación política en caída libre y con todos los visos de convertirse en testimonial en la próxima legislatura, ha decidido enfeudarse en el proyecto secesionista defendiendo una supuesta tercera vía que ofende por igual la inteligencia de los nacionalistas y también de los catalanes que se sienten españoles. Ahora bien, una cosa es que los socialistas catalanes disparaten a costa de hacer desaparecer sus siglas del mapa político y otra muy distinta que los dirigentes nacionales del PSOE asuman como propio el proyecto político que a partir de hoy va a pilotar el inefable Miquel Iceta. Pedro Sánchez y Susana Díaz, los dos referentes orgánicos de la socialdemocracia española, insistieron ayer en la necesidad de una reforma constitucional que satisfaga a los separatistas. En el caso de la presidenta andaluza, a la petición se añadió un alegato de urgencia porque desde su punto de vista no hay que perder ni un minuto en tratar de que los nacionalistas se sientan cómodos en España, aunque para eso sea necesario destruir el orden constitucional desde sus cimientos.

Entre el sedicioso Artur Más y el presidente del Gobierno, Sánchez y Díaz han decidido adoptar un término medio con una propuesta que, en realidad, llevaría aparejadas consecuencias contrarias a las que pretenden conseguir con su proyecto federalista. En ningún Estado Federal se consentirían las intentonas separatistas de Cataluña ni, por supuesto, la manera en que se denigran los símbolos comunes de la nación o se persiguen los derechos de una parte de sus ciudadanos. Sin embargo no es equidistancia lo que piden Pedro Sánchez y Susana Díaz. Ambos han recuperado el viejo paradigma de Pascual Maragall, el "federalismo asimétrico", como fórmula para conceder más privilegios a una región a cambio de que su clase política, de las más corruptas de Europa, acceda a seguir formando parte de la estructura formal del Estado y por ende de la Nación en su conjunto. Este es el "proyecto de renovación" liderado por Pedro Sánchez, cuyos primeros pasos al frente de la secretaría general del PSOE no han podido ser más decepcionantes hasta el momento.

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