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EDITORIAL

El vértigo de hacer cumplir la ley en Cataluña

No hay mejor solución política que someter a los sediciosos al imperio de la ley mediante la aplicación del artículo 155 de la burlada Constitución.

Los expresidentes del Gobierno Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero coincidieron este miércoles en un foro sobre las primeras elecciones democráticas que sin embargo tuvo como principal objeto de reflexión la ilegal consulta secesionista que los sediciosos gobernantes regionales catalanes pretenden perpetrar el próximo 1 de octubre.

Aunque los tres exmandatarios expresaron un rotundo rechazo a este nuevo desafío nacionalista al Estado de Derecho, las intervenciones más coincidentes, lúcidas y contundentes fueron las de Aznar y González. El primero advirtió, tal y como ya hiciera hace unos años: "Antes que España se romperá Cataluña"; y el segundo defendió la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna como forma de devolver Cataluña al orden constitucional.

Resulta asombroso que, casi cinco años después de que el expresidente de la Generalidad Artur Mas amenazara públicamente al Gobierno de la Nación con emprender un proceso secesionista, y del sinfín de ostentosas desobediencias a los Altos Tribunales que le siguieron por parte de la Administración regional en rebeldía, sea la primera vez que alguien que ha ostentado las máximas responsabilidades de gobierno se atreva a plantear la aplicación de ese artículo de la Constitución, que permitiría, aun de forma gradual, suspender las competencias autonómicas que los sediciosos mandatarios regionales están utilizando ilegal y arteramente para atentar gravemente contra los intereses de España... con el auxilio financiero del Fondo de Liquidez Autonómica, es decir, de la propia Administración central del Estado.

Tan bochornosa e irresponsable dejación de funciones por parte del Gobierno y del resto de la clase política se explica por algo que, con todavía mayor acierto, señaló este miércoles Felipe González: que "asumir la responsabilidad política de cumplir y hacer cumplir la Constitución es bastante duro" y que "siempre es relativamente más fácil ampararse en otras actuaciones", en velada referencia a la forma que ha tenido el Gobierno de escudarse en el Poder Judicial, cuyas sentencias el propio Poder Ejecutivo no se ha atrevido a ejecutar y hacer cumplir.

Efectivamente, siempre fue más fácil para Rajoy despachar el chantaje de Mas y la multitudinaria manifestación de la Diada de 2012 en pro de un Estado independiente como simple "algarabía" que coger el toro por los cuernos. O fingir que en Cataluña se cumplía la ley, que reconocer que en esa parte del territorio nacional ni siquiera se respeta el derecho a estudiar en español. O atender las reclamaciones económicas extraordinarias que los sediciosos le exigían "sin condiciones" –o incluso ofrecerles un "nuevo y singular modelo de financiación para Cataluña"–, que condicionar la entrega del dinero del FLA a una pública renuncia al ilegal proceso secesionista. Para Rajoy siempre fue más cómodo hacer la vista gorda ante el incumplimiento de las leyes y sentencias contrarias proceso de secesión, o de los topes del déficit autonómico, que aplicar el artículo 155 de la Constitución o los "mecanismos de intervención" que contemplaba su propia y no menos burlada Ley de Estabilidad Presupuestaria.

Y es que hacer cumplir la ley es, ciertamente, muy duro; sobre todo para una persona con un carácter tan acomodaticio como el señor Rajoy. Y si lo era ya en tiempos en los que gozaba de una amplísima mayoría absoluta, todavía lo es más ahora que tiene una exigua mayoría enfrentada a un partido socialista que, en los antípodas de lo que plantea Felipe González, busca desbancar al PP con el apoyo de Podemos y las formaciones nacionalistas.

En cualquier caso, "ya es hora de que se alce un sensato y responsable muro de firmeza ante esta deriva secesionista", tal y como ya se planteó en estas páginas hace cinco años. Ahora que tanto se habla de una "solución política" como artera y encubierta forma de hacer contraproducentes concesiones a los sediciosos, conviene señalar que no hay mejor solución política que someterlos al imperio de la ley mediante la aplicación del artículo 155 de la burlada Constitución. Sólo de esa forma, como también señalaba recientemente y con fugaz acierto Juan Luis Cebrián, se conseguirá que el debate ya no sea "cuándo van a lograr la independencia sino cuándo van a recuperar la autonomía".

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