Varios personajes significados de la extrema izquierda han pergeñado una carta en la que se ofrecen al PSOE para "derrotar a la derecha", que a su juicio anda engolfada en la "destrucción de derechos" a cuenta de la crisis. De nuevo, el cordón sanitario frentepopulista contra el Partido Popular. Nada nuevo, como nada nuevas son las caras de los que se andan ofreciendo: el condenado exjuez Baltasar Garzón, la viuda del comunista José Saramago, el hijo de Santiago Carrillo… Dan ganas de salir corriendo, como de hecho hizo alguno de ellos en fechas bien recientes, aunque por razones totalmente distintas.
España padece la lacra de esta izquierda imposible, terriblemente incompetente y aún más desestabilizadora. Una izquierda con referentes como el condenado Garzón, que se ufana en asesorar a la pésima presidenta de la República Argentina, la liberticida Cristina Fernández de Kirchner. El condenado Garzón, que, en fin, vuelve sobre sus más célebres pasos: suponemos que Rubalcaba tendrá fresca en la memoria la manera en que aquél se vengó cuando el partido de los GAL no se avino a satisfacer sus aspiraciones; él sabrá, pues, casi mejor que nadie, si es un tipo de fiar.
Esto, como la carta pergeñada, es lo de menos. Lo de más es que España necesita con urgencia una nueva izquierda, una izquierda decente, civilizada y leal, con sentido de Estado y una idea positiva de España. Una izquierda que podría tener en la UPyD de Rosa Díez el referente, y que mandara al basurero de la Historia a la que encarnan estos abajofirmantes y representan partidos como el PSOE y sus múltiples taifas y la Izquierda Unida comandada por sujetos como Cayo Lara y Juan Manuel Sánchez Gordillo.