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Tabarnia y la miseria moral e intelectual del separatismo

El método de la reducción al absurdo es un vía muy válida y rigurosa para mostrar la miseria moral e intelectual de las proposiciones separatistas.

Ni la inteligencia, ni la razón ni la seriedad política están reñidas con el ingenio y el buen humor, tal y como nuevamente han demostrado los impulsores de Tabarnia al presentar este martes en sociedad su plataforma. Lo que en su día apareció como un movimiento social y mediático no pretende ahora convertirse en un nuevo partido, pero sí influir en la vida política impulsando la posibilidad de que buena parte de las zonas costeras de Barcelona y Tarragona puedan, llegado el momento, escindirse de Cataluña y constituir una nueva comunidad autónoma española en el caso de que los nacionalistas prosigan su delirante, liberticida y empobrecedor proceso secesionista.

Gran ejemplo de rigor intelectual y buen humor ha dado el "presidente de Tabarnia en el exilio", el genial actor y dramaturgo Albert Boadella, que ha hecho reír a sus oyentes a la hora de recordarles y denunciar algo tan dramático como la empobrecedora opresión que impone la Cataluña oficial y nacionalista a todos los catalanes que no se someten a sus delirios identitarios y sus pretensiones independentistas. Por su parte, el portavoz de la plataforma tabarnesa, Jaume Vives, ha dicho que el objetivo de la misma es "crear el espejo en el que el independentismo vea reflejado el absurdo de sus argumentos"; que, a diferencia de los tabarneses, ha añadido, "se fundamentan en mentiras". Y, ciertamente, los portavoces de Tabarnia han demostrado con datos en la mano cómo los habitantes de esa parte de Cataluña sufren mayores perjuicios electorales y fiscales por parte del resto del Principado que los que los nacionalistas se inventan respecto a los que los catalanes sufrirían a manos del resto de España.

Así las cosas, Vives se ha comprometido a "llegar tan lejos como quieran llegar los independentistas" y ha advertido: "Si hay otra Declaración Unilateral de Independencia, actuaremos para que Tabarnia sea una realidad".Y, ciertamente, si los habitantes de una parte de España pudiesen decidir su constitución como nuevo Estado soberano e independiente, ¿por qué no iba a poder una parte de Cataluña ejercitar su propio derecho a decidir para mantener su pertenencia a España?

Aunque el derecho de secesión, como falso derecho democrático que es, se contradice e imposibilita a sí mismo, lo cierto es que la posibilidad de crear una nueva comunidad autónoma a partir de una ya preexistente tendría mucha más cabida en nuestro ordenamiento jurídico –v. artículos 143 y 144 de nuestra Constitución– que la pretensión de crear un nuevo Estado soberano e independiente en base a lo que decida, en un determinado momento, la población de una determinada región.

Algunos, con todo, seguirán tachando de absurda astracanada las pretensiones de Tabarnia, cuando lo cierto es que el método de la reducción al absurdo es un vía muy válida y rigurosa para mostrar la miseria moral e intelectual de las proposiciones separatistas. Y, desde luego, frente al buen humor que despliegan los impulsores de Tabarnia, maldita la gracia que tienen los empobrecedores y liberticidas delirios de los promotores de la República catalana.

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