Querido Pablo:
Un sinsabor me deja tu carta de amor semanal. Desde hace semanas eliminas el "querida" en la cabecera de tus misivas, lo cual asemeja nuestra distancia a la existente entre representantes y representados. Ahí queda esa amonestación de la que espero que tomes nota, aunque por ser tú no haré leña del árbol caído. Me hablas, mi muy querido Pablo, de cómo han cambiado las cosas tras el paso de este año, y yo haré lo propio en mi terreno respondiendo a las preguntas con las que terminas tu epístola.
Un año, dos meses y quince días han pasado desde que Rubalcaba fue elegido secretario general del PSOE en el 38 Congreso de Sevilla, y, en contra lo que pretendieron emular con la elección del Hotel Renacimiento, renacer no es precisamente lo que le ha ocurrido al PSOE. Sucesivas olas de críticos han llegado a las orillas de Ferraz, liderados por Carmen Chacón, Tomás Gómez, un vacilante y oscilante Emiliano García-Page, y hasta el propio presidente del PSOE, José Antonio Griñán. Sólo dos aspirantes han permanecido silentes y agazapados cual guepardo, aguardando su momento: Patxi López y Eduardo Madina. El silencio continúa, ya que las campañas en la sombra que ambos mantienen en la búsqueda de apoyos no ha trascendido hasta hoy a los medios de comunicación. Pero ninguno ha comparecido públicamente para anunciar sus intenciones, ni han abierto la boca en un Comité Federal, Territorial o Ejecutiva para pedir, en línea con el invictus madrileño, la convocatoria extraordinaria de un congreso -intención de Patxi- o primarias adelantadas -la de Madina-. Ni lo harán. Todavía.
El duelo entre vascos lo es entre bambalinas, pero nadie se salta las formas. Patxi es el "niño" de Alfredo, pero éste no subestima la importancia y predicamento de un perfil como Madina, a quien Alfredo ofreció -y rechazó- la portavocía del PSOE en el Congreso. Ambos saben que lo último que han de hacer es adelantarse a los tiempos de su todavía jefe, Rubalcaba, perdiendo así la posibilidad de hacer vascular el control del aparato del PSOE. Sin embargo, otro secreto a voces es la posición de sucesor natural del ex lehendakari para el actual líder socialista, lo que decidido a Madina a optar por la prensa para hacer saltar la espita vasca y desvelar el otro gran secreto a voces.
En un ambiente de creciente malestar de un PSOE convertido en "marca blanca de IU" –dice con razón el PP-, los socialistas han visto en Madina la posibilidad de transformar el ir y venir de las olas en un auténtico tsunami. Un maremoto que arrasa las posibilidades de cumplir el calendario previsto: postergar primarias, congreso extraordinario, o ambos, hasta julio de 2014. Insisto en lo de ambos porque no hay que desdeñar las bicefalias que están en las bocas de más de uno...
Lo que ha puesto de manifiesto este tsunami es que las voces que antes callaban en Ferraz han comenzado a decantarse por acelerar un proceso que sólo agrava la sangría del PSOE en las encuestas. Desconocemos aquí si los barones se atreverán por fin a hablar a puerta cerrada en el próximo conclave del partido, pero no hay nadie ya en el PSOE que respalde el aplazamiento sine die de Rubalcaba, salvo los suyos que son pocos y dudosos. Hasta su mismísima portavoz, Soraya Rodríguez, no dudó el jueves en emular el "yes we can" obamista para asegurar que si Madina quiere, "se puede".
El joven vasco, frío, hábil y distante, le ha hecho un jaque mate a Rubalcaba con todas las de la ley. "El rey ha muerto", la cuestión es ahora cuándo enterrarlo y cómo; y es el propio fallecido quien aspira a arbitrar el proceso. Pero en la partida, no hay que olvidar a la reina. Una Carmen Chacón también acorralada; cuyo mate evidencia que el último bando que mueve ficha gana la partida; y cuya sonrisa intenta ocultar que en ese bando no está ella. Chacón también sabe, como todos, que las olitas que ella misma generó nunca despertaron la emoción -en cuadros altos, medios y bajos- del maremoto Madina. Jugador hábil y paciente que sólo espera que su contrincante se sitúe el otro lado del tablero. Y paciencia porque en ocasiones los tiempos del PSOE exasperan más que los del propio ajedrez.
Un beso,
Ketty