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Pablo Planas

Un país apestado

Ahora mismo, la impresión generalizada en buena parte de Europa es que España es un destino mucho menos recomendable que el mercado húmedo de Wuhan.

Ahora mismo, la impresión generalizada en buena parte de Europa es que España es un destino mucho menos recomendable que el mercado húmedo de Wuhan.
Pedro Sánchez | EFE

El turismo, la primera industria del país, se hunde. Las alertas y cuarentenas de Reino Unido, Francia, Bélgica y Noruega sobre los viajes a España y los viajeros procedentes de España amenazan los tibios indicios de recuperación y pueden lastrar la economía durante mucho más tiempo del previsto. Las predicciones son catastróficas. Se sustentan en la anulación de reservas y la cancelación de vuelos. El sector agoniza.

Ahora mismo, la impresión generalizada en buena parte de Europa es que España es un destino mucho menos recomendable que el mercado húmedo de Wuhan. De hecho, el dudoso informe de la Universidad Autónoma de Barcelona sobre la presencia del coronavirus en las aguas fecales de la capital catalana en la primavera de 2019 es uno de los argumentos de la dictadura china para desviar la atención sobre sus responsabilidades.

Y en circunstancias tan complejas para nuestro país brilla por su ausencia el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el mismo que se ha atribuido toda clase de méritos en la lucha contra el coronavirus. Sin ir más lejos, llegó a cifrar en 450.000 las personas arrebatadas de las garras de la muerte debido a la presunta rapidez y supuesta eficacia de sus medidas.

Mientras la Gran Bretaña da la puntilla al turismo, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, otorga a Gibraltar el estatus que no le corresponde en una reunión bilateral con Fabián Picardo que ha puesto de relieve la mayúscula incompetencia de un Gobierno capaz de mandar a su titular de Exteriores de visita oficial por el interior de España.

Resulta como mínimo chocante que Sánchez no haya dado señales de vida inteligente respecto a los rebrotes y el turismo ahora que tocaría explotar los pretendidos aciertos de su gestión en las semanas y meses pasados. Ocurre que ya no le sigue la corriente ni el diario El País, que por fin ha dado en admitir que los muertos por el coronavirus son muchos más de los que dice el Gobierno y que, en consecuencia, los portavoces del Gobierno han mentido a la ciudadanía durante meses. Y aún lo hacen.

Debe de ser que Sánchez todavía está extenuado por la cumbre europea o de tanto aplaudirse a sí mismo. Se habrá tomado un descanso mecido por los disparatados datos del Centro de Investigaciones Socialógicas (CIS), que ha felicitado al presidente con una encuesta bananera que le otorga trece puntos de ventaja sobre el PP y a Podemos, la condición de tercera fuerza política. Lo normal en un país apestado en la escena internacional, con decenas de miles de personas que aún no han cobrado los expedientes de regulación temporal, con miles que no pueden acceder a prestaciones como la renta mínima porque la Seguridad Social está colapsada, con las colas del hambre en pleno apogeo y con el turismo en quiebra.

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