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Carlos Berlanga

Te robo la vez y me cuelo en el blog para contarte lo feliz que fui visitando la inauguración de la exposición dedicada a la obra de Carlos Berlanga, Carlitos. A pesar del madrugón, cogí el primer tren rumbo a Valencia a las 7:00 hras acompañado de Nancy O (te recuerdo que ella ha sido quien ha desempeñado la tarea de catalogar toda la obra expuesta) todo lo que allí vi hacía que cualquier  esfuerzo o contratiempo careciese de importancia. Es tan impresionante (y emotivo) contemplar tal cantidad de obras (de diversos tamaños, técnicas y soporte) que tan magistralmente ha comisariado Pablo Sycet que no puedo hacer otra cosa que obligar a todo el mundo a visitar la expo. Los que puedan trasladarse a la tierra de La Mostra valenciana que lo hagan. Los que no podéis, como es tu caso, no desesperéis ya que los más de cien  rabajos firmados por Carlos viajarán a Madrid para ser devorados por todos a partir del próximo 17 de diciembre. Fue muy bonito charlar con Sigfrido (responsable del montaje), con Rafa Cervera, Paloma Olivié, Jorge Berlanga y la propia madre de Carlos que acudió a la inauguración. También estuvieron Alfonsito Villalón y Antonio Alvarado. Fue un gran día, a pesar de no poder quedarme con todos ellos porque esa misma noche tenía trabajo en Madrid con Dover.El catálogo realizado para la ocasión es lujo, lujo y lujazo. Ver todo el arte de Carlos reunido en más de 250 páginas con el detalle añadido de un cd con temas inéditos es un regalo que nadie se debe perder. Como también hay que  leer los textos de sus  más íntimos acerca de lo que supone Carlos en sus vidas (algunos me gustan más que otros, no te voy a engañar). Aquí te dejo fotos del día D y la reproducción del texto que he escrito para la ocasión  y así  contar a todo el mundo lo que fue mi vida con Carlos. Espero que lo disfrutes. Ya me contarás.

MI VIDA CON CARLOS.

Siempre he mantenido que me resulta muy difícil escribir acerca de alguien que ha formado parte de mi vida. Si esa persona es famosa, es alguien relevante de la que se ha escrito hasta la saciedad, la dificultad aumenta. Si a todo ello le añadimos que es un gran compositor, pintor y mejor ilustrador, para de contar.

De Carlos Berlanga se ha dicho todo, ¿o no?. Se ha escuchado todo, eso es más probable, y se ha visto todo. Para aquellos que han llegado tarde, o para lo más despistados, sirva la gran iniciativa que aquí nos ocupa, y sirvan los textos de los más eruditos en arte o en música para valorar la trayectoria de este artista multidisciplinar, porque eso es lo que fue Carlos Berlanga. Multidisciplinar y autodidacta. Y también ecléctico, vanguardista, desprejuiciado, frívolo y cosmopolita.

Este texto está escrito con la más profunda admiración. Estas líneas están  redactadas desde la fe de un fan que acabó convirtiéndose en amigo en los últimos cuatro años de su vida. Jamás podré aceptar la máxima “no conozcas a tus ídolos”. Porque verdaderamente admiré a Carlos Berlanga después de conocerle en profundidad.

En cierta ocasión una conocida me advirtió de mi ligereza al otorgar la categoría de genial a determinadas personas. En mi diccionario particular el calificativo de genio lo aplico a seres que tienen una innata facilidad para la creación en sus distintas variantes, provistas de un humor nada estándar que no es otra cosa que producto de una vasta cultura formada tanto a golpe de la literatura más “oficial” como de la lectura de la prensa del corazón. Es decir, la armónica convivencia en una misma persona de la alta cultura y la subcultura. Eso era Carlos Berlanga. En su i-pod hubo espacio para su admirado Jobim y el fabuloso tema del “Baile del Gorila” de la niña-cantante Melody. Sus lecturas iban desde la ciencia ficción más purista y teórica a biografías de personajes catódicos como  Pitito Gamiro (su favorito) o el doctor Iglesias Pugas y su autobiografía “Mi suerte dijo sí”.

Mi relación con Carlos se inició allá por el año 1994 cuando le entrevisté para un trabajo de fin de curso de segundo de Periodismo. La cita fue en el madrileño Café Gijón. Nunca olvidaré  cómo llegó al local : delgadísimo, con su inseparable gafa negra, su paquete de cigarros Ducados y un ejemplar del diario El País. Me dejó impresionado por todo.  Por sus frases, por su enfermiza timidez, por su facilidad de sonrojarse como cuando le dije que su amiga Blanca Sánchez decía de él que era una de las personas más talentosas que conocía… Fue súper educado y generoso porque en realidad la entrevista la hizo él; me soltó grandes titulares que me hicieron lograr una calificación muy alta por parte del profesorado.

Por entonces había grabado las maquetas de “Indicios”, su segundo disco en solitario, y estaba a la espera de encontrar discográfica para su publicación. Tuvo que esperar unos seis meses para ello. Servidor, muy pesado, y con la única finalidad de volver a disfrutar de él, se inventó tener que actualizar el texto de esa primera entrevista para una posible publicación en varios medios. Y se consiguió, además por partida doble: una pequeña reseña  y una doble página en una revista de tendencias para la que se organizó una sesión de fotos en el estudio del también siempre generoso y altruista Pablo Pérez-Mínguez. De esa sesión quedaron instantáneas muy divertidas y el regalo por parte de Carlos de varias camisetas de temática manga que se había comprado en su último viaje a Nueva York. A día de hoy las sigo conservando.

Mi relación en los siguientes años con él se redujo a verle en concierto en la sala Morocco un par de veces así como volverle a entrevistar con motivo de la publicación de su tercer disco en solitario “Vía Satélite alrededor de Carlos Berlanga”. Eso fue en septiembre del año 1997. Aprovechando que me reconoció y que ese día se mostró más abierto y simpático le pedí  por primera vez un autógrafo. Además quedamos en escribirnos e-mails. Aunque he de reconocer que, inocente de mi, le escribí varios que jamás tuvieron contestación. El concierto presentación de su nuevo disco, una vez más en Moroco junto a Nacho Canut en los teclados, Rafa Spunky a los coros y una Alaska corista, fue de lo mejor. Revisando mi archivo con todo el material de él que he ido atesorando apareció la hoja con la lista de canciones que interpretó, entre las  que sonaron “En el Volcán” (mi favorita de toda su carrera) o “Mujeres Rusas”, hoja que arrebaté a otro fan-fatal-fetichista al finalizar el show.

Mi siguiente encuentro fue en casa de Blanca Sánchez  junto a Nacho para entrevistarles para un reportaje sobre la historia de Pegamoides que ellos mismos se encargaron de desmitificar al máximo, con sonoras carcajadas por ambas partes al referirse a algunos acontecimientos con los otros componentes y que no desvelaré. El reportaje jamás llegó a publicarse. Un año más tarde volví a coincidir con él en el mismo lugar y otra vez más junto a Nacho. Ese día tenía que firmar el contrato con su nueva discográfica y lo que allí vivimos los tres quedará para nosotros. Por aquello de no herir la sensibilidad de los implicados. Era el año 1999.

Siempre he declarado que el año 1999 cambió mi vida. Ese año me encargaron la promoción del disco “Una temporada en el infierno” de Fangoria.  Conocer y trabajar para Nacho Canut y Alaska supuso el encontrarme con personas con las que tenía mucho que ver : lo que siempre digo de  “hablar el mismo idioma”. La promoción del disco fue de lo más divertido : visitas a programas del corazón, play backs por toda España (en una ocasión sustituí a Rafa Spunky que perdió el avión), miles de entrevistas y conciertos de presentación... Hasta tal punto que me enamoré de Alaska, me casé con ella a los seis meses y… hasta hoy… Pero eso es otro café.

La amistad y unión que siempre tuvo Carlos con Nacho y por consiguiente con Alaska hizo que mi relación con él pasara de ser algo meramente anecdótico a convertirme en íntimo. Nuestra primera cena fue en el restaurante México Lindo, situado justamente al lado del portal del pisazo que años atrás habían compartido Nacho y Carlos. Eso fue el pistoletazo de salida a nuestra amistad.

Creo que tuve la suerte de vivir a su lado años en los que fue muy feliz. Estaba hiper simpático, sociable e iniciamos una relación de amigos que vivíamos con un espíritu muy adolescente y teenager.

Durante parte del año 2000 quedábamos para merendar, o tomar alguna que otra copa en bares como los desaparecidos “Camp” o  “Star Café” donde en más de una ocasión nos dieron altas horas de madrugada. Era una delicia estar a su lado. Ese mismo año  celebramos por todo lo alto el primer Óscar hollywodiense  de Pedro Almodóvar en el Casino de Madrid. Ese día llegó con un traje gris-plata de Prada que le hizo valerse con el título del chico más elegante de la fiesta. Ese mismo día nos presentó a otro de mis chicos favoritos (Carlos Romero) y ese mismo día subió al escenario junto a Fangoria (actuaban en la fiesta) entonando estrofa y estribillo de “Isis” para deleite de todos los allí presentes. Nacho, Alaska y Carlos volvieron a “resucitar”, muy a su pesar,  Dinarama. Con la perspectiva que da el tiempo siempre he mantenido que los tres hubiesen acabado por estar juntos grabando discos y volviendo a subirse en la furgoneta para ir de gira. Pero su tozudez, o sentido común, de no querer mirar al pasado les hacía abortar esa idea; aunque por otra parte Nacho y Carlos nunca dejaron de componer juntos (en esta época en casa de Canut ) y Alaska metió coros en lo que fue su cuarto disco en solitario.

La primavera- verano del año 2000 fue muy especial, no parábamos de salir y de hacer cosas inverosímiles como el día que después de quedar a cenar en un japonés del centro y asistir a un concierto del grupo Undershakers (done me subí por primera vez a un escenario cantando una versión de Tranvision Vamp) terminamos haciendo una excursión (Carlos, Nacho, Alaska, Nancy O y Candy Love) al bingo de la calle Carretas. Fue un delirio de risas, de no parar y hasta de ver como Nacho cantaba su primer bingo. En aquella época Carlos se hacía acompañar de una cámara de vídeo con la que inmortalizaba todo, incluido ese momento histórico- binguero. Quería hacer todo tipo de mini-películas y para ello se dedicaba a grabar a todo su entorno. Una vez me mostró una que había hecho con su padre y su asistenta de toda la vida, Juana, en  el jardín y cocina  de su casa familiar en Somosaguas.

Como era pionero en todo, Carlos fue el primero en organizar reuniones en hoteles de cinco estrellas; las llamábamos chill-outs, pero en realidad eran reuniones de amigas en las que gracias a su generosidad (él pagaba todo) charlábamos, dormíamos,  nos inmortalizábamos en fotos o películas a la vez que nos regalaba dibujitos que no paraba de hacer en cualquier momento. Siempre, fuese cual fuese la situación, siempre estaba dibujando.  A día de hoy conservo como gran joya un dibujito que me regaló en el hotel Palace. Por su parte Nancy O tiene el honor de tener un retrato que Carlos le pintó, en a penas tres minutos, en la discoteca The Room, el antiguo Stella.

Carlos también fue el primero en mostrarme los ya hoy asimilados por todos i-pod.  Era una apasionado de los avances tecnológicos y él fue el primero en hablarme de la banda ancha que por entonces no estaba muy perfeccionada para su desgracia.

Nos reímos mucho en esos días, visitamos hasta la saciedad el maravilloso antro “Alien” y  hasta una madrugada nos metimos en casa de unos desconocidos que solo bebían champagne rosa.

En ese año había viajado con su familia a París y volvió cargado de todo tipo de lujos; incluido todo un fondo de armario de la marca Prada de la que no acabó muy convencido ya que siempre se le acababa por manchar, concretamente un pantalón muy fino de color granate y una camisa rosa chicle. Elaboró toda una teoría delirante acerca de la facilidad que tenía dicha marca por atraer la grasa de todo tipo de comida.

Así era Carlos, muy, muy divertido. Y amigo de sus amigos; en ese mismo año se subió a la carroza del Orgullo gay junto a Alaska, Paloma Chamorro, Carol y más amigos. Al finalizar el desfile ocupamos la casa de una amiga actriz donde Alaska se puso enferma teniendo que suspender su concierto programado en la plaza de Chueca. Carlos se pasó la noche mandando callar a todos los allí presentes que daban gritos cerca de la habitación donde descansaba; es más, improvisó un cartel en el que la dibujó metida en la cama con la amenazante frase: LA SEÑORITA ALASKA ESTÁ DESCANSANDO  ASI QUE DEJENLA TRANKILA UN RATO”.  Esa obra de arte está colgada en mi dormitorio conyugal.

En el mes de agosto, concretamente el día 25 , Carlos nos invitó a un grupo de amigos habituales a los que se unieron  Neus Asensi, Javier Liñán y Bibiana Bergia (de la que también se hizo muy amigo; era una delicia ver a esas dos personas tan delgadas juntas) a escuchar “Impermeable”. Fue en la jardín de su casa y el menú consistía en paté francés, caviar y demás delicatessen finísimas y carísimas. El disco  nos encantó y la velada terminó con Mari, Nancy O, Neus y yo en la piscina escuchando al completo el “Paralel Lines” de Blondie y Carlos dándose chapuzones con su recién adquirido bañador azul de la marca Louis Vuitton. Esa noche fui muy feliz tanto como el día que me propuso ser su manager, algo que por circunstancias de la vida y algunas que otras personas nos impidió llevar a buen puerto.

Carlos tuvo una recaída y estuve sin verle varios meses. Una rápida recuperación hizo que el año 2001 lo inaugurase de la mejor manera que podía hacerlo: la eminente publicación del disco “Impermeable”. Una delicia; como delicia fue volverle a ver en la presentación de las memorias de Sara Montiel en el hotel Ritz acompañado de su madre. Ese día estaba especialmente guapo.

Un par de semanas más tarde le entrevisté para el suplemento “Tentaciones”.  La sesión de fotos se hizo en la tienda de temática sado “SR” del barrio de Chueca. Llegó con sus esposas y guantes de látex que había adquirido allí con anterioridad y con los que quería inmortalizarse aunque finalmente decidió no lucir por que en el fondo, me confesó, “es un coñazo ponerte todo esto”.

La complicidad era tal que la entrevista fue una charla entre amigos dando rienda suelta al sentido del humor compartido. El eje central del reportaje fue hablar de sus perversiones y debilidades; debilidades  musicales (“Nunca lo digo, pero desde pequeño me gusta Van Morrison. También siento debilidad por los Who, King Crimson… Ah!  Y  Camel…(risas), no pongas eso porque me van a hundir”);  sus debilidades estéticas (“el kistch de toda la vida; las lámparas de araña y los cuados pompierre con un Pierrot y muchos bibelottes y una chinoserie…”) para acabar hablando de las debilidades culinarias (“las arepas y las chuminadas. La chuchería industrial y las pastillas de leche de burra…”)

En ese año, entre otros oficios, ejercí de free lance para todo tipo de publicaciones, y nada mejor que proponer reportajes con Carlos para pasar más tiempo a su lado. Y es así como volví su casa de Somosaguas con la excusa de otra entrevista. Esta vez la hicimos en su habitación. Y de nuevo volví a disfrutar del Carlos más íntimo y personal. Me mostró con orgullo sus tesoros más preciados : su pasaporte firmado por Andy Warhol; su colección de vinilos y cds así como sus diarios y últimas teorías, como la de “los palmípedos”, personas que practicaban sexo con patos en el madrileño parque del Retiro (con los que había contactado a través de un chat). Ese día hablamos de más cosas, de su fama de dandy  a lo que me contestó con un : “eso ni hablar… ¡¡¡Es un término tan hortera!!! Solo tienes que recordar esa colonia, Varon Dandy, para que la comparación sea  odiosa”. También coincidimos en elevar a la categoría de genio nacional a Fabio Mcnamara y a su padre Luis García Berlanga. Y ese día me descubrió a Pierre Moliner, un artista que según él “desarrolló una perversión absolutamente mística y extraña… se autosodomizaba y siendo absolutamente heterosexual quería llegar a ser mujer”. Acabamos haciendo alusión a su reivindicación por parte de la escena indie patria soltándome una célebre y muy suya parrafada: “Pues si tanto me reivindican que me den un duro cada uno… (risas). Que me de mil pesetas cada español que me reivindique, como decía Lola Flores…(risotadas). Mira, me has dado una idea. Voy a abrir un portal en internet que se va a llamar elsablazo.com

Que entren allí y me den dinero….”

A partir de entonces vi menos a Carlos, en parte por encontrarme inmerso en la preproducción y promoción del nuevo disco de Fangoria “Naturaleza Muerta”. Eso no impidió que coincidiéramos en varias cenas, como una muy divertida en el restaurante “Bocaíto” así como en la presentación del disco de duetos de Raphael titulado “Maldito Raphael”. Ese mismo año ejerció de Dj celebrity en Barcelona. Y en el mes  de Agosto me regaló el poder estar a su lado poniéndole los discos de su sesión para el festival Socarrat en Valencia. Ese mismo día antes del evento cenamos todos juntos en un hotel de la ciudad y todos nos fuimos en furgoneta al lugar en el que tras la magistral actuación de Fabio y antes del concierto de Fangoria, Carlos debía ofrecer una sesión de dj.  Compartir  escenario con él fue un lujo. Él me indicaba las canciones que tenía que poner mientras hacía gestos y elegantes movimientos que dejaban a Jarvis Cocker por  los suelos. Sin embargo lo que acabó por los suelos fueron todos sus cds con su consiguiente enfado conmigo y  la suspensión de su aparición como dj. Aunque, como se negaba a abandonar el escenario, ni corto ni perezoso cogió su guitarra e improvisó una actuación acústica con todos sus grandes éxitos. Fue la sensación del festival. La gente se volvió loca. No contento con ello durante la actuación de Alaska y Nacho asaltó el escenario y volvieron a cantar juntos. Fue la última vez que se vio a los tres juntos en un escenario

Repasando mis diarios observo que en el año 2002 me tuve que conformar con verle muy poco. Entre otras ocasiones, en el concierto de Fangoria en la sala Riviera o el día 5  de febrero  en un almuerzo en la sala de protocolo del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía con motivo de la exposición “WARHOL, BASQUIAT, CLEMENTE” comisariada por Enrique Juncosa. Me tocó compartir mesa con él, que fue acompañado de Blanquita, junto a Sigfrido Martín Begúe, Juan Pérez de Ayala y otros amigos comunes. Lo pasamos en grande y estuvimos hablando de las últimas tendencias de las grandes marcas. El era muy marquista. Eso sí, ese día se marchó muy pronto.

Unos días más tarde tuvo lugar una exposición de Costus en la galería Sen. Era el día 22 de Febrero. Hablé poco con él ya que se enfadó porque consideraba que muchos de los allí presentes eran unas advenedizas y oportunistas que se jactaban de conocer a Costus cuando no tenían ni idea de lo que suponía su pintura.

Fue la última vez que le ví. Cayó enfermo y mi obsesión por no  molestar hizo que no fuese a visitarle al hospital. Eso sí seguía con interés los partes que nos daban Blanca Sanchez. Fabio o Paloma Chamorro que no se separaron de él ni un minuto.

La noticia de su muerte la recibí en un taxi volviendo a casa por la noche.

La muerte de Carlos fue la primera desaparición de un amigo cercano que me tocó sufrir. Desgraciadamente , he vivido más muertes; sin embargo de todas ellas he aprendido que el instinto de supervivencia innato al ser humano es tan fuerte que acabas acostumbrándote a la ausencia de tus amigos.

En el caso de Carlos sigue acompañándome con sus discos, con sus imágenes, con su arte que aquí se recoge para elevarle a la categoría de lo  que siempre fue : el chico más talentoso, guapo y elegante del pop español.

Vamos a usar este espacio para comunicarnos, dejarnos recados, enseñarnos las fotos y noticias que descubrimos... para contarnos todas esas cosas que no nos da tiempo a comentar en el día a día. Esto es, en definitiva, un blog cerrado al que sólo tenemos acceso nosotros dos, una extensión de nuestra vida

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