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Vanity Fair

Escribo tempranito para que te dé tiempo a leer esto hoy antes de la presentación del libro de Costus. Es mi forma de desearte buena suerte, ya que no podré estar contigo. Esperaré a que traigas a casa un ejemplar para verlo todo en conjunto, el texto de Julio, las experiencias de los amigos que has recogido, la introducción de Estrella de Diego... no deja de ser como esas dos o tres docenas largas de libros sobre Warhol y la Factory que acumulamos en las estanterías, sólo que esta vez nos tocó vivirlo. Últimamente Warhol y sus satélites están teniendo una presencia aún más destacada (si cabe) en nuestra vida cotidiana y en las ideas que empiezan a tomar forma alrededor del nuevo disco de Fangoria. El sábado hicimos nuestro último concierto del año, de esta gira, de esta etapa relacionada con El extraño viaje. A otra cosa, a seguir adelante.

La presencia de Warhol se extiende más allá de lo que el común de los mortales puede suponer. La semana pasada estuvimos en Sevilla en la presentación de la edición española de la revista Vanity Fair, que coincide con el 25 aniversario de la publicación en 1983 de una cabecera que había triunfado entre 1914 y 1936. Precisamente en esta segunda etapa ha jugado un papel fundamental Bob Colaccelo, que venía de la redacción de la mítica revistaInterview lanzada por Warhol. De la fiesta te dejo una foto tomada por Beatriz Cortázar con su cámara digital y publicada enABC, donde me veo mucho mejor que en cualquier otra imagen de las que han aparecido. Volviendo a Vanity Fair, te puedo asegurar, y no soy dada a la presunción, que nadie en esa fiesta (Boris aparte) conocía como yo la historia y el perfil de esta revista, de la que casi todo el mundo tiene una idea equivocada. Seguro que Colaccelo y mi admirado Dominick Dunne con sus magníficas crónicas eran perfectos desconocidos para los invitados a la fiesta, o para los periodistas que nos preguntaban sobre lujo y glamour. Incluso he leído una crítica en la que el firmante se encontraba decepcionado porque esperaba ver más editoriales de moda, más fotos y menos texto. ¡¡Eso es no tener ni idea de lo que es Vanity Fair! Recuerdo que hace un par de años me dijiste que te habían llamado para involucrarte en el lanzamiento de la revista en España. Siento que aquello se quedara en nada, pero precisamente por eso sé que la mayor preocupación era mantener esa cantidad de texto que convierte en especial a una revista que, sí, tiene que ver con el lujo y la jet set ( como se decía en los años 70), pero que publica los mejores artículos sobre las miserias del poder, la política y el oropel de los millonarios. Quizá la portada de Rania de Jordania ha llevado a confusión a los ya confusos potenciales lectores. Quizá un personaje nacional y menos presente en las portadas de¡Hola! hubiera servido para encauzar seguidores. Ya se verá. Dentro hay muchos aciertos, como la entrevista a Mario Conde y el perfil de Belén Domecq, una de nuestras chicas favoritas en cualquier circunstancia. Te dejo una de las fotos del reportaje. Y te recuerdo que llevo diez años aguantando tus quejas por no dominar el inglés y no poder leer Vanity Fair en profundidad. Ya no tienes excusa.

A finales de los setenta Carlos Berlanga y yo nos pasábamos la vida entre dos quioscos, el de la Puerta del Sol (al que Carlos llamaba La Internacional, por su variado surtido de publicaciones extranjeras) y el que estaba al lado del metro de Ventura Rodríguez en Princesa. Allí comprábamos elVogue (te recuerdo que hubo un tiempo en que ninguna de las publicaciones que nos gustan tenía edición española), el New Musical Express (para leer sobre nuestros grupos favoritos) y, sobre todo, el Interview de Warhol. Después llegó Vanity Fair, pero al que recuerdo siempre con ella debajo del brazo es a Nacho, que de hecho lleva suscrito no sé cuántos años. Yo tengo que reconocer que me he aprovechado de la circunstancia y he sido lectora parásito. De Nacho fue la idea de incorporar al fanzine que Fangoria editábamos en los años 90 el cuestionario Proust que aparece siempre en la última página de Vanity Fair. Se llama así porque se basa en una serie de preguntas ideadas por Marcel Proust para conseguir que aflore la verdadera personalidad del individuo cuestionado. Si quieres leer las respuestas que el propio Proust dió a su cuestionario en 1892, pincha. Yo por mi parte te dejo algunas de mis preguntas favoritas para que las contestes.

¿Qué es lo que valoras de tus amigos?
¿Cuál es tu idea de la felicidad perfecta?
¿Qué talento te gustaría tener?
¿Cómo te gustaría morir?
¿Cuál es tu estado emocional/mental actual?

Vamos a usar este espacio para comunicarnos, dejarnos recados, enseñarnos las fotos y noticias que descubrimos... para contarnos todas esas cosas que no nos da tiempo a comentar en el día a día. Esto es, en definitiva, un blog cerrado al que sólo tenemos acceso nosotros dos, una extensión de nuestra vida

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