El cine es entretenimiento, pero también sirve para dejar testimonio de nosotros mismos. La película que os recomiendo esta semana deja testimonio de cómo el ser humano es capaz de lo peor, y de lo mejor. La película de animación francesa La mercancía más preciosa nos sitúa en la Segunda Guerra Mundial, unos trenes cruzan un bosque helado. Una leñadora escucha un ruido en la nieve tras el paso del tren, es un bebé. Pronto sabremos que se ha sido lanzado desde uno de esos trenes de la muerte por un padre desesperado imaginándose que lo les espera al final de ese viaje no es nada mejor.
La leñadora la llevará a su cabaña pero se encontrará con el rechazo de su marido, no quiere en casa a un "sin corazón", como conocían a esos que eran transportados peor que a animales en los trenes de la muerte.
Es su primera incursión en el mundo de la animación, Michel Hanavizius ha explicado que ha hecho esta historia animada porque no podía acercarse al horror del Holocausto con acción real. Recordemos que es descendiente de judíos lituanos que consiguieron huir antes de ser enviados a los campos de exterminio.
En estos tiempos en los que se usa tan a la ligera la palabra genocidio no está de más recordar lo que es un auténtico genocidio, cuando un estado, el nazi de Hitler, organizó al milímetro la captura de un grupo de personas, los judíos, por el mero hecho de ser judíos. Cómo eran traslados a campos de concentración donde eran esclavizados hasta morir y los que aún quedaban en pie, eran conducidos a una cámara de gas para asesinarlos y luego eran cremados para no dejar rastro sobre la faz de la tierra de ellos. Eso, es un genocidio.
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