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1658: Fallece el 'Prudente' Baltasar Gracián

El Oráculo manual y arte de prudencia de Baltasar Gracián, nacido en Belmonte de Gracián en 1601 y muerto en Tarazona el 6 de diciembre de 1658, permaneció durante dieciocho semanas en la lista de más vendidos del Washington Post en 1992, casi tres siglos y medio después de la muerte de su autor. No es que los estudiosos americanos ignoraran al mayor conceptista español, sino que un editor avisado lo tituló en inglés The Art of Worldly Wisdom: a Pocket Oracle(El arte de la sabiduría universal: un oráculo de bolsillo) y consiguió que los ejecutivos lo tomaran (y lo emplearan) como un manual de autoayuda. El éxito se debió probablemente al estilo de Gracián: breves sentencias, aforismos, tono general lacónico. «Lo bueno, si breve, dos veces bueno», frase tan corriente, que mucha gente repite sin conocer a su autor, define ese estilo. Gracián, más que pesimista, era prudente respecto al optimismo, desconfiaba del hombre, dudaba de sus virtudes y experimentaba su época como de decadencia en todos los sentidos; tras un siglo xvi imperial y brillante, veía en el xvii, en que le había tocado vivir, la decadencia de España: «Floreció en el siglo de oro la llaneza, en este de yerro la malicia», dejó escrito. La más importante de sus obras, El criticón, escrita en su última década, es considerada una de las novelas fundacionales de la literatura española, junto al Quijote y La Celestina. Gracián era jesuita, pero sus relaciones con la Compañía distaban de ser óptimas: no era un evangelizador, sino un filósofo lleno de dudas que publicó toda su obra —salvo El comulgatorio— sin pedir permiso a sus superiores. Cuando apareció la tercera y última parte de El criticón (1657), se le redujo el alimento a pan y agua, y se le prohibió disponer de papel, tinta y pluma, lo que probablemente agravó sus dolencias, adelantando su muerte. Escribió también una interesante refutación de Maquiavelo en El político don Fernando el Católico, un auténtico tratado de moral práctica, con el Rey como modelo, y obras como El héroe y El discreto destinadas a la formación del hombre perfecto, lo que constituía una de sus mayores preocupaciones: hacer gigantes con libros enanos.

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1492: Fernando el Católico es herido en un atentado

El 7 de diciembre de 1492, Fernando el Católico sufría un atentado que bien pudo cambiar de forma irreversible la historia de España. El monarca bajaba las escaleras del Tinell después de una mañana de trabajo en la Audiencia de Barcelona, cuando un payés perturbado se le acercó con un cuchillo y le apuñaló en el cuello. La acción fue tan rápida que la guardia real no tuvo tiempo de intervenir. Por fortuna, el grueso collar del Toisón de Oro que llevaba el monarca frenó el ataque y la cuchillada se desvió al hombro. El Rey tenía un corte de cierta profundidad, pero había salvado la vida.

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1854: España y el fervor a la Inmaculada Concepción

El 8 de diciembre de 1854 el Papa Pío IX proclamaba el dogma de la Inmaculada Concepción, que venía a reconocer que María había sido concebida sin pecado original. Lo cierto es que el reconocimiento del dogma originó una considerable controversia, que vio la luz ya en el siglo xii y se reavivó a principios del siglo xvi de la mano de los dominicos.

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1852: ¿Cuántos codos tiene un metro?

El desarrollo del comercio ha dependido siempre de un acuerdo sobre el peso y el tamaño de las mercancías y, para que este acuerdo sea posible, hay que disponer de un sistema común de pesos y medidas. La medida más antigua que se conoce es el codo, es decir, la distancia entre el codo y la punta del dedo corazón de la mano, aunque ésta no fuera siempre idéntica. Hasta finales del siglo xviii no hubo posibilidad de normalizar un sistema generalizable que facilitara los intercambios entre distintos países. Fue Talleyrand, que era un político francés, quien encontró el camino para que las demás naciones europeas aceptaran la propuesta de unificación de su país: crear un sistema nuevo, basado en la naturaleza y no en las costumbres particulares. El metro sería la diezmillonésima parte del cuadrante de un meridiano terrestre. Como era imposible medir un cuarto de meridiano desde el Polo Norte al Ecuador, la Academia de Ciencias de París propuso medir un trozo y deducir matemáticamente el valor del total. El arco de meridiano sería el que va de Barcelona (exactamente el fuerte de Montjuic) a Dunquerque, en Francia. El 30 de marzo de 1791, Luis XVI, que aún reinaba formalmente, encargó a los topógrafos Pierre François André Méchain y Jean Baptiste Joseph Delambre la medición del meridiano. Pese a las hostilidades entre los países vecinos, la importancia científica de esa medición se consideró de tal alcance que tropas españolas escoltaron en nuestro territorio a los científicos franceses. El 22 de junio de 1799, la Academia entregó a los Archivos de la República —Luis XVI ya había sido decapitado y Bonaparte estaba a punto de tomar el poder— los patrones del metro y el kilogramo, fundidos en una aleación de platino e iridio, considerada la más estable. No fue un acto burocrático, sino una ceremonia histórica, a la que asistieron representantes de otros países y científicos de renombre de todo el mundo, que abogarían por la difusión del sistema métrico decimal, que sería adoptado internacionalmente en la Conferencia General de Pesos y Medidas de 1889 y culminaría en el Sistema Internacional de Medidas. Actualmente, aproximadamente el 95 por ciento de la población mundial vive en países en que se usa el sistema métrico y sus derivados. Por Real Orden de Isabel II, en España se publicó la equivalencia de pesos y medidas tradicionales con el sistema métrico decimal el 9 de diciembre de 1852.

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1763: Se celebra el primer sorteo de lotería

El 10 de diciembre de 1763 se celebraba en España el primer sorteo de lotería. Reinaba por entonces Carlos III, que había llegado al trono tras la muerte de su hermano Fernando VI y tras haber reinado en Nápoles y Sicilia durante veinticinco años. Será de Italia de donde traiga su ministro de Hacienda, el marqués de Esquilache, el juego de la lotería, que allí se conocía como la beneficiata y del mismo modo se instaurará en España con el objetivo de recaudar fondos para la construcción y aprovisionamiento de hospitales, hospicios y otras obras de beneficencia. El modelo de aquella primera lotería sería comparable al de la actual Primitiva, ya que se hacía mediante el sorteo de números. Cada cartón costaba cuatro pesos y se realizaban doce sorteos al año. Algo más de siete años después de su creación, el 9 de marzo de 1771, cantarían por primera vez los números los niños del Colegio San Ildefonso. Las crónicas nos han dejado el nombre de Diego López como el primer niño en cantar un premio. Desde entonces esta institución, creada hace 500 años para hacer frente a los muchos casos de orfandad que provocó una devastadora epidemia de peste a mediados del siglo xv, ha quedado vinculada a la lotería.

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1596: La feria de Medina del Campo y la bancarrota del Estado

El 11 de diciembre de 1596 la feria de octubre de Medina del Campo se prolongaba un mes, hasta el 9 de enero del año siguiente. Felipe II acababa de declarar la bancarrota del Estado y deseaba dilatar uno de los principales motores económicos de su reino.

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1903: El Congreso aprueba la Ley de Descanso Dominical

El 12 de diciembre de 1903 el Congreso de los Diputados aprobaba la Ley de Descanso Dominical, promulgada el 3 de marzo del año siguiente y que no entraría en vigor hasta el mes de septiembre. Fue ésta una ley curiosa, pues recuperaba un precepto religioso abolido durante la etapa liberal y a la vez era apoyada por los partidos obreros, los más anticlericales. Fue Antonio Maura, a la sazón presidente del Gobierno, quien impulsó esta ley de carácter obrero con la sana intención de «efectuar la revolución desde arriba para evitar que otros la hagan desde abajo».

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1925: Fallece Antonio Maura, uno de los mejores políticos de la Historia

A don Antonio Maura y Montaner (1853-1925) costaba entenderle en sus primeros tiempos en Madrid, porque era mallorquín y se había servido muy poco del castellano en sus quince años de vida. Llegó a la capital en los días de la revolución que destronó y envió al exilio a Isabel II, llamada La Gloriosa, en 1868. Ni siquiera estaba definida su vocación por entonces, de modo que estudió Derecho porque se había aprobado un nuevo plan de estudios que le permitía cursarla íntegra en tres años. Allí conoció a los hermanos menores de Germán Gamazo y trabó amistad con ellos, porque eran los únicos que no se mofaban de su acento. Terminó trabajando en el estudio de Germán y se casó con Constancia Gamazo en 1879. Su cuñado lo reclutó para las filas del liberalismo y en 1881 fue elegido diputado por Palma de Mallorca. Ya hablaba un castellano impecable, poseía su propio despacho y era decidido partidario del sufragio, de la reforma de la administración provincial y municipal, de la prevención de la corrupción política y de la presencia activa de España en el plano internacional. Pese a las fricciones que los dos cuñados tenían con Práxedes Mateo Sagasta, éste les confió sendas carteras ministeriales: a Maura le correspondió la cartera de Ultramar y a Gamazo, Hacienda. Recordemos que a Sagasta le correspondería el dudoso honor de hallarse al frente del Gobierno cuando sobrevino el Desastre de 1898 y se perdieron Filipinas y Cuba. Y fue precisamente por la isla del Caribe por lo que acabó por no entenderse con Maura. La disidencia fue larga y en 1901, desde la oposición a Francisco Silvela, que había sucedido a Cánovas al frente del Partido Conservador, Maura pronunció un discurso en las Cortes que se haría célebre por su propuesta ideológica: la revolución desde arriba. Silvela organizó por entonces el Gabinete de Regeneración Nacional, con lo que Maura estuvo de acuerdo, de tal modo que en 1902 él y todo su grupo pasaron en bloque al Partido Conservador, del que llegaría ser líder. En esa condición fue cinco veces presidente del Consejo de Ministros y logró el reconocimiento por Francia e Inglaterra de los derechos españoles sobre Marruecos. En el Congreso impulsó las leyes de reforma local, electorales —persiguiendo la erradicación del caciquismo—, de comunicaciones, de huelga, de repoblación, de tribunales, de policía, de sanidad, de beneficencia y muchas otras. Murió en Torrelodones el 13 de diciembre de 1925, oponiéndose a la dictadura de Primo de Rivera.

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1927: Primer vuelo comercial de Iberia entre Madrid y Barcelona

El 14 de diciembre de 1927 tuvo lugar el primer vuelo comercial de la compañía Iberia entre las ciudades de Madrid y Barcelona. Lo que más tarde se convertiría en el puente aéreo más concurrido del mundo, sirvió para un viaje inaugural que contaría con la presencia del rey Alfonso XIII. El avión, de diez plazas, despegó del aeropuerto de Cuatro Vientos y sus privilegiados ocupantes pagaron 163 pesetas por el pasaje. La compañía se había constituido apenas seis meses antes, por iniciativa del empresario vizcaíno Horacio Echevarrieta, y contaba por entonces con tres aviones Rohrbach Roland, aparatos con tres motores BMW y una velocidad punta de 205 kilómetros por hora.

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1950: El tren articulado ligero de Goicoechea y Oriol

El 15 de diciembre de 1950 se abría la línea que unía las ciudades de Madrid y Barcelona a través del nuevo tren, el Talgo, creado por el ingeniero Alejandro Goicoechea Omar y financiado por el empresario José Luis Oriol.

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