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Allá donde los niños botan el balón

Por José M. Puertas

Toda la Galia está ocupada por los romanos... ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor...

Como si de la aldea de Asterix y Obelix se tratase, y en medio de uno de los futbolerismos más salvajes que uno alcance a recordar, existe una población en nuestro país que resiste hoy, y esperemos que por siempre, al invasor.

Caminar por Badalona es vivir el baloncesto. En los detalles importantes, y en los que no lo parecen tanto. Los niños caminan por la calle botando orgullosos su balón naranja casi desde que dan sus primeros pasos. El espíritu deportivo de esta ciudad de origen romano está presente a cada instante en sus calles pero, si hay un rey, no cabe duda que ése es el baloncesto. Desde la base hasta la elite, donde pese a los esfuerzos del Badalona Club de Fútbol por ascender a la 2ª División, algo que rozara hace dos temporadas, la ciudad es hoy, y será siempre, del Joventut de Badalona.

Pero tampoco hay que negar que la Penya, desde luego, no pasa hoy día ni mucho menos por su mejor momento. Ni en lo deportivo, ni en lo económico, corren los mejores tiempos para el club verdinegro. La cercanía de ese mastodonte llamado Fútbol Club Barcelona y, especialmente, la necesidad de mantener el nivel competitivo que le llevara a reinar en Europa en 1994, han hecho un daño muy profundo a la economía de un club que, desde marzo de 1930, lleva siendo uno de las principales emblemas de la canasta en España. Sin embargo, hoy día resulta complicado imaginar al club dirigido por el mítico Jordi Villacampa alcanzando las cotas de otrora en lo deportivo, y en lo económico, tan cruel es el destino a veces, el Pabellón Olímpico de Badalona muestra en sus bajos el logotipo de la Agencia Tributaria, como si la vigilancia sobre la Penya fuera incesante, habida cuenta de la complicada situación financiera que padece la entidad catalana.

Hablaba el recordado Andrés Montes de la "fábrica de churros" cuando se refería a la Universidad de North Carolina. Si hubiéramos de referirnos en España a alguien con tan culinario apelativo, no hay duda de que Badalona en general, y el Joventut en particular, merecerían tal mención. Y que me respeten los que opositen por el Ramiro de Maeztu. Desde Jordi Villacampa a Joseph Franch, pasando por los hermanos Jofresa, Rudy Fernández, Álex Mumbrú, Pau Ribas, Sergi Vidal, Ricky Rubio, o Andrés Jiménez, entre otros muchos, son productos, de una u otra manera, de la cantera badalonesa. Y claro, hablando de un municipio de poco más de doscientos mil habitantes, todo ello no puede ser una casualidad. Bien cierto es que muchos de esos nombres no son nativos de Badalona, pero el arraigo social del basket en esta localidad a apenas diez kilómetros del centro de Barcelona resulta prácticamente abrumador. Y la historia de su mayor referente, el Joventut, así lo atestigua. Resulta emocionante escuchar al mencionado Montes en uno de los momentos más duros de la memoria de los aficionados del Joventut, el triple mortal del inapelable Sasha Djordjevic en Estambul en 1992:

Pero otro triple, el de Corney Thompson en Tel-Aviv, fue el perfecto remedio para curar la cicatriz dejada por Djordjevic dos años antes, y levantó a todo un país de su sillón. El amor de una ciudad por el baloncesto, debería levantarnos a todos hoy día también. En Badalona, hasta el consumismo atroz que nos invade hoy día tiene tintes de balón naranja. Junto a un enorme cartel de "Capital Europea del baloncesto", el principal centro comercial de la localidad está repleto de llamadas al deporte de la canasta, desde la entrada del recinto hasta un maná del baloncesto repleto de canchas y canastas, donde tienen su sede algunas de las escuelas de la Penya. Para colmo, un enorme balón naranja forma la cúpula que preside una instalación en la que resulta más fácil comprar camisetas de baloncesto que de fútbol. ¿Se imaginan? Puede parecer un asunto baladí, pero, por ridículo que parezca, encontrar en cualquier tienda deportiva de España la camiseta de varios equipos de la ahora llamada Liga Endesa es un asunto harto complejo. Los buenos aficionados entenderán a qué me refiero.

Así que para los que amamos el baloncesto, Badalona debe ser un espejo donde mirarse. Para los entrenadores de formación, porque disponen de medios para trabajar como en ningún otro punto en nuestro país. Para los aficionados, por respirar ambiente de balón naranja como siempre soñaron. Y para los dirigentes, sociales o deportivos, para ver cómo formar en valores desde nuestro maravilloso deporte. Porque, si se quiere, no es imposible. Ni mucho menos.

Sirva pues, esta entrada de blog, como homenaje a todos aquellos que, desde Badalona, han labrado la historia del baloncesto en España, generando ese ambiente tan difícilmente igualable en ningún otro rincón de nuestro país. Ya sea en sus colegios o clubes miembros de la "fábrica de churros", o en el Pabellón Olímpico, donde jugó, casualidades del destino, el mejor equipo de la historia del baloncesto, aquella selección de Estados Unidos de los Juegos Olímpicos del 92. Tenía que ser en Badalona, claro, porque a veces el deporte hace justicia con quien la merece. Y es allí donde familias enteras acuden a ver los partidos del Joventut.

Y ojalá, por qué no, algún día volvamos a ver a la Penya, como FIATC Joventut o con otra denominación, reverdecer aquellos viejos laureles que tantas emociones desataron. Porque Badalona es baloncesto, ¿Queda claro, no?

 

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