
Cerca de 8.000 kilómetros separan la localidad burgalesa de Belorado de la ciudad texana de Arlington, dos de los puntos calientes de la guerrilla que se está librando en el seno de la Iglesia católica. Tradicionalistas de todo el mundo, que rechazan la apertura y modernización que supuso el Concilio Vaticano II, han decidido sublevarse y rechazar la autoridad de Roma.
En España, tenemos el caso de las hermanas clarisas del Monasterio de Nuestra Señora de Bretonera (Burgos). El 13 de mayo de 2024, diez hermanas clarisas de la comunidad de religiosas rubricaron un "manifiesto católico" con el que anunciaban que habían decidido abandonar "la Iglesia Conciliar" a la que pertenecían y -por ende- romper con la Santa Sede, que ellas consideran vacante desde Pío XII.
Como sedevacantistas, se unieron a la Pía Unión de San Pablo Apóstol (considerada una secta por el Vaticano). La fundó en 2005 el controvertido Pablo de Rojas, excomulgado en 2019 acusado de un delito de cisma. Así han acabado ellas también, expulsadas de la vida consagrada y viviendo como okupas en un convento que pertenece a las hermanas clarisas (orden de la que ya no forman parte).
La excomunión de las cismáticas se formalizó el pasado 22 de junio, tras constatar su voluntad de salir de la Iglesia católica. Después echaron al falso obispo De Rojas y a su ayudante -José Ceacero, conocido como el cura coctelero-, y comenzó un singular desfile de capellanes que ha convertido el cenobio en el set de rodaje de la serie ‘La casa de los líos’. La protagonista: una exabadesa que quiere mantener su poder.
Nada ha hecho retroceder a quien fuera la madre superiora, hoy líder del cisma de Belorado. Y eso que han visto la luz muchas de sus vergüenzas: su mala gestión económica, que dejó las cuentas del monasterio sin blanca; sus compras escandalosas, más propias de una marquesa que de una monja; su actividad nocturna, alejada de las costumbres de las religiosas de clausura; y hasta un negocio irregular, el criadero de perros.
El caso de las carmelitas descalzas de Arlington pinta parecido. El pasado 14 de septiembre, se sumaron a las filas de la Fraternidad sacerdotal de San Pío X. Publicaron un comunicado -firmado por "La Priora, el Capítulo y la Comunidad del Carmelo de Arlington"- en el que así lo declaraban. La decisión -explicaban- la habrían tomado en agosto, tras haber redescubierto "la riqueza de la inmemorial tradición litúrgica de la Iglesia".
Carmelitas y lefebvristas
"El lema del papa San Pío X fue: restaurar todas las cosas en Cristo", argumentaban las religiosas en su comunicado, "tal es también el caso de nuestra comunidad, que durante muchos años ha buscado con oración volver a la plenitud de nuestra tradición católica". Plenitud que ellas aseguran haber encontrado en la mencionada fraternidad. Una asociación de sacerdotes que fue fundada por el también cismático obispo francés Marcel Lefebvre en 1970.
La líder de esta rebelión es la Madre Teresa Agnes, recientemente reelegida Priora. Cargo que ostentará -si la Santa Sede no toma cartas en el asunto- durante un período de tres años en el que -avisa el comunicado- rendirán cuentas ante una organización que esta fuera de la estructura de la Iglesia católica. La Fraternidad Sacerdotal de San Pío X será quien "de ahora en adelante asegurará nuestra vida sacramental y gobierno", recoge el texto.
"Estamos muy contentos de poder compartir nuestra vida de oración y las riquezas de la liturgia tradicional de la Iglesia con los demás", sigue el comunicado. Las hermanas ofrecen su capilla "para la oración privada y los fieles" que deseen entrar. "Están invitados a unirse a nosotros para asistir a la santa misa diaria celebrada en latín, según el rito romano tradicional". Uno de los reclamos que llevan por bandera los católicos más conservadores.



