Las encuestas son un método aceptable cuando no hay otro mejor. Por eso resulta sorprendente que se utilicen en Internet. La misma estructura de la web otorga mediciones mucho más fiables. Cuando vemos la televisión o escuchamos la radio captamos unas ondas que están en el éter y que los aparatos apropiados transforman en imagen y sonido. Las ondas, evidentemente, no parecen notar si alguien las ha captado o no. Tanto ellas como el emisor de las mismas se mantienen en la ignorancia de su destino. Pero cuando visitamos una página web debemos pedírsela a un servidor, es decir, un ordenador que alberga dicha página. Y a este ordenador no le cuesta mucho guardar esa petición en un archivo (al que se llama fichero de log, que debiera traducirse por registro).
Este registro permite realizar varias interpretaciones. La primera son los hits, que cuentan todos los ficheros que piden los usuarios al servidor. Es evidente que no es una medida fiable, puesto que una página web cualquiera está compuesta por múltiples ficheros. Como mínimo está el que contiene el texto que leemos, pero también cuentan en este registro los gráficos, animaciones, sonidos y otros archivos auxiliares. Sin embargo, es sencillo discriminar en éste maremagnum lo que son páginas web y lo que son ficheros auxiliares, lo que nos lleva a la segunda interpretación: las páginas visitadas. Éste recuento resulta de una utilidad indudable; ¿imaginan que un periódico pudiera saber con certeza qué noticias se leen realmente? ¿O que un programa radiofónico supiera qué tertulianos son escuchados con más interés?
Por último, tenemos una tercera interpretación: los visitantes. Sin embargo, y debido a la estructura de Internet, es la menos fiable de las tres. En muchos casos, el servidor sólo puede conocer con certeza las estadísticas de cada transacción individual. Esto es debido a que los números que identifican a cada ordenador en la red de redes no son necesariamente fijos. Cuando nos conectamos por módem, nuestro proveedor nos asignará un número que tenga libre, número que puede haber sido utilizado muy recientemente por otro usuario que ya se ha desconectado. El servidor web no puede distinguir entre los dos. Por otro lado, es posible que varios usuarios se conecten con el mismo número, como sucede en las empresas, que comparten la misma conexión a Internet.
Para solventar esto hay dos soluciones. La primera consiste en poner un tiempo fijo tras la visita de una página en que se considera que se ha acabado la visita. De modo que, si transcurrido ese tiempo, se pide una página nueva desde el mismo número de Internet, se considera que ha sido hecha por otro usuario. El otro sistema consiste en utilizar un mecanismo que incorporan los navegadores: las cookies. Éstas permiten almacenar un poco de información en el ordenador del usuario. Si esa información es un identificador único, nos permitirá distinguir entre los visitantes sin problemas.
En ocasiones, este registro no es fiable debido a varias razones. Por ejemplo, la caché del navegador no permite averiguar cuando un usuario repite una visita a una página concreta. Por otro lado, el uso de proxys por parte de la mayoría de los proveedores de acceso a Internet, no permite diferenciar los usuarios de los mismos. Por último, las cookies pueden ser desconectadas por los usuarios.
Sin embargo, siempre serán mejor que las encuestas. Los datos que se obtienen son reales, y los usuarios no se pueden hacer la vieja pregunta, tan común en las encuestas: ¿qué debería contestar? Pero aún si no nos fiamos, hay otros sistemas alternativos, como es el de Alexa. Esta empresa instala un complemento al navegador de sus usuarios para poder estudiar sus visitas. Los resultados son públicos. Es un sistema parecido al audímetro que se utiliza en el medio televisivo.
El EGM no utiliza ninguno de éstos métodos, más precisos y útiles. Sólo queda que la gente termine ignorando a esta empresa, al menos en lo que a Internet se refiere. Hará bien.
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