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EDITORIAL

Vox y el 'discurso del odio' de la izquierda goebbelsiana

Aquí no hay más 'discurso de odio' que el que predica con escandalosa impunidad la izquierda. ​​

El joven gay que denunció haber sufrido el pasado domingo en el barrio madrileño de Malasaña una brutal agresión homófoba no fue, en realidad, asaltado en su portal por ocho encapuchados, tal y como declaró inicialmente ante la Policía, sino que las heridas que presentaba (un "maricón" escrito a golpe de navaja en el trasero y un labio partido) se las hizo, según ha confesado, una persona con la que mantenía una relación.

En cualquier caso, y con absoluta independencia de si las heridas fueran o no consentidas y se las infligiera un individuo heterosexual u homosexual, resulta repulsivo el discurso del odio de una gran parte de la izquierda, tanto política como mediática, contra un partido como Vox, al que se relaciona goebbelsianamente con este tipo de salvajadas. Ese discurso del odio, que tiene la indecente desfachatez de relacionar el programa y el discurso de la formación que lidera Santiago Abascal con determinados delitos en los que víctima y verdugo no comparten raza, sexo, religión, nacionalidad o tendencia sexual, es especialmente infame por cuanto Vox, partido de impecable trayectoria democrática, se caracteriza por exigir la mayor severidad en el castigo de aquellos delitos en los que se atenta contra la integridad física de las personas, con absoluta independencia de la raza, sexo, religión, nacionalidad o tendencia sexual de las víctimas.

Sin vergüenza, la izquierda política y mediática proyecta y acusa a Vox de cebar el "discurso del odio", esto es, de hacer... exactamente lo que hace ella con Vox y sus votantes o simpatizantes. En este sentido, Iván Espinosa de los Monteros ha advertido de que su partido se querellará contra quien lo relacione con delitos xenófobos, machistas u homófobos. En Vox han dicho, pues, basta ya.

Ya está bien de que un comunista orgulloso de profesar esa ideología criminal y criminógena como Pablo Iglesias, ex vicepresidente del Gobierno de Pedro Sánchez que acaba de fichar por el diario proetarra Gara, el separatista Ara y la cadena SER, dé lecciones de compromiso cívico y acuse a Vox de falta de credenciales democráticas y constitucionales, cuando es Podemos quien carece de ellas. Ahora bien, por abominable que resulte, no es de extrañar que quien en su día elogió a ETA por haber sido la primera en darse cuenta de que la Transición era una "engañifa lampedusiana" fiche por el que fue diario de cabecera de la organización terrorista vasca, tan de extrema izquierda como él. Más incoherente resulta que quien en su día juzgó incompatible la democracia con la existencia de medios de comunicación privados cobre ahora pingües retribuciones de medios de comunicación privados. Pero, en fin, todo el mundo sabe que este indeseable presume de "cabalgar todo tipo de contradicciones".

Ya está bien de mentiras, intoxicaciones y calumnias. Aquí no hay más discurso de odio –típico de comunistas, nazis y fascistas– que el que predica con escandalosa impunidad la izquierda contra todo aquel que no se le somete; especialmente contra Vox.

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