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Antonio Robles

Adoctrinar, excluir, fracturar, violar

Adoctrinar en las escuelas, excluir el español, fracturar la sociedad, violar las leyes: exactamente lo que pasa en Cataluña desde hace cuatro décadas.

Dicho así parece la obsesión de un déspota, de un ser malvado y pervertido empeñado en hacer el mal. Sin embargo, es el diagnóstico que la Asociación por la Tolerancia hace del Gobierno nacionalista de la Generalidad en una campaña de réplica a Òmnium donde la entidad secesionista reta: "Ho tornarem a fer" ("Lo volveremos a hacer").

Adoctrinar, excluir, fracturar, violar parece lo que es, si se añade al verbo un predicado: adoctrinar en las escuelas, excluir el español, fracturar la sociedad, violar las leyes. Exactamente lo que pasa en Cataluña desde hace cuatro décadas, aunque la mayoría lo haya comenzado a percibir desde el 1 de octubre del 2017.

No se podía resumir mejor la realidad que oculta TV3, y el Gobierno de la nación ignora a sabiendas. Ante ello, la asociación cívica constitucionalista advierte a los golpistas en su campaña: "No ho tornareu a fer" ("No lo volveréis a hacer").

Son sólo cuatro marquesinas de cuatro estaciones de metro de Barcelona frente al despliegue millonario de los catalanistas. Una capacidad limitada de los pioneros de la Resistencia al nacionalismo en Cataluña, la nave nodriza de la que surgió la doctrina constitucionalista y el activismo a cara descubierta, a la que se le negó todo, la que lo dio todo sin esperar nada a cambio y jamás renunció a sus principios. Y ahí sigue, dando ejemplo.

A punto ha estado de ser rechazada su campaña por el Ayuntamiento de Barcelona. No sería la primera vez. En 2009 no le permitieron desplegar una campaña para difundir la sentencia del Tribunal Supremo 12/12/2008 que la Generalidad se negaba a cumplir, donde se le obligaba a incluir en sus instancias de preinscripción de principio de curso unas casillas para que los padres pudieran elegir la lengua vehicular de sus hijos, sin menoscabo del estudio de ambas. Aquí el derecho a decidir no existe.

Lo más sangrante del caso fue que, a la vez que prohibían esta campaña de Tolerancia, permitían otra de Plataforma per la Llengua, entidad que defiende el supremacismo lingüístico, a pesar de haber abonado ya el 50% de la campaña. En esta ocasión, al comprobar el silencio administrativo, su presidente, Eduardo López-Dóriga, reclamó y advirtió que, de no admitirla o dilatarla para que no coincidiera con la campaña de Òmnium, lo pondría en comunicación de los medios. Curiosamente, al día siguiente aceptaron la campaña. Una coincidencia nada más. ¿O es más bien que el coraje sostenido en el tiempo acaba por socavar la impunidad del despotismo?

No se vengan arriba, siempre hicieron caso omiso a quejas y greuges. Y pusieron todo su entusiasmo en apoyar la ilegalidad. Tolerancia no fue la única a la que se vetó. Pocos meses después, el Ayuntamiento de Barcelona vetó publicidad antiabortista de e-Cristians en los autobuses metropolitanos. En 2011, Promedios impidió una campaña de apoyo a Baltasar Garzón. En 2013 la empresa TMB censuró una campaña de promoción del libro de Marta Sibina y Albano Dante Fachin, Artur Mas: ¿dónde está mi dinero? Sin embargo, el Ayuntamiento no puso pega alguna a campañas como la de Plataforma per la Llengua en 2009 para denunciar la supuesta discriminación del catalán por parte del Estado, la del Pacte Nacional pel Referèndum en abril de 2017, en la que se instaba a votar en el referéndum secesionista ilegal del 1-O; la de la ANC en septiembre de ese mismo año, en la que se promocionaba la Diada independentista previa al 1-O, y la de Òmnium Cultural de mayo de 2018 que, con el lema Mañana puedes ser tú, denunciaba la supuesta represión del Estado contra el independentismo.

Y ahora, Ada Colau, no ha tenido reparo alguno en permitir y apoyar públicamente el órdago golpista de Òmnium contra el Poder Judicial. En este tuit:

Tolerancia espera impaciente su apoyo.

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