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2005, el gran atasco

Dejando a un lado los disgustos en política nacional, los desatinos en política exterior y la peligrosa inactividad en política económica, muchos españoles recordarán 2005 como el año de los atascos de tráfico. Y eso que aún no ha terminado. 

La gloriosa temporada de retenciones comenzó las pasadas Navidades cuando miles de conductores se quedaron varados con sus automóviles en mitad de la nieve. No se había previsto nada, ni los camiones quitanieve, ni asistencia en ruta, ni el preceptivo dispositivo policial pero el Gobierno culpó, naturalmente, a los conductores. Muchos no llevaban cadenas. En Semana Santa la misma canción. Atasco monumental en los accesos de las grandes ciudades. Los responsables fueron, una vez más, los conductores. No habían escalonado las salidas. Poco después, en el Puente de Mayo que disfrutan los madrileños, volvió a armarse. Como lo de cargárselo a los conductores era algo reiterativo, Zapatero escogió como responsable al buen tiempo imperante a principios de mayo. Inaudito, un mayo soleado. En verano, con motivo del Puente de Santiago, las autovías volvieron a colapsarse. Tocaba de nuevo señalar a los conductores como causantes de la "tragedia". Cogen demasiado el coche, vino a decir el Director General de Tráfico. 

A punto estamos para que las nieves invernales vuelvan a hacer acto de presencia en nuestra geografía. Haga caso al Gobierno, no coja el coche, y si lo hace, no se olvide las cadenas en casa. Y rece porque haga mal tiempo. Quizá hasta, a lo mejor, hay suerte y el que se atasca es el Estatuto.

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