A falta de visitantes de mayor talla política -y moral- el Gobierno se ha volcado con la visita de Hugo Chávez a España. Tanto en el aeropuerto de Barajas como en la posterior visita a la estación de Atocha, el ministro Moratinos no cabía en sí de gozo. Si lo más sublime de su política exterior se reduce a la Alianza de Civilizaciones, el símbolo perfecto de lo que él considera un gran hombre de estado es Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, el bolivariano ex golpista que está dejando a esa nación hermana en el esqueleto.

La agenda que le espera a Chávez en esta tumultuosa y celebrada visita es nutrida. Mañana dará una charla a estudiantes de la Universidad Complutense, visitará el Congreso de los Diputados de la mano de Manuel Marín y se verá con Zapatero en el Palacio de El Pardo. El Rey Juan Carlos, por suerte, se encuentra de viaje en los Estados Unidos, si no, muy probablemente, le hubiese tocado rendir su cuota de pleitesía al venezolano.