Desde que una gala de los Goya se convirtiera en el mejor escenario para acosar y derribar a un gobierno democrático, los actores y directores de cine españoles siguen esmerándose en poner sus guiones al servicio del sabotaje político. Pretendían irrumpir en campaña electoral con ventaja sobre el resto de los ciudadanos, meros espectadores hasta que se les llama a decidir. Pero los actores y directores no están acostumbrados a ver la película desde la butaca sino a hacerla. Por eso decían que “hay motivo” para acabar con un gobierno elegido por diez millones de ciudadanos hace cuatro años y que ahora se marcha sin dejar ministros o secretarios de Estado en la cárcel, sin la obligación de devolver miles de millones de pesetas robados y sin haberse sentado en un banquillo. Los actores y directores se felicitan de que con la victoria del PSOE vuelve la democracia a España. Una democracia en la que ETA ya no puede votar gracias al Gobierno del PP. Los actores y directores convocan a la prensa internacional para decirles que en la víspera electoral del 14-M hubo una intentona golpista desde el propio Gobierno. Pero cuando toca cumplir con los deberes de la democracia que dicen venerar, alegan insomnio. Otro ciudadano, sin tanta fortuna ni trampolines mediáticos, cubrirá con su anonimato la falta de compromiso. Almodóvar ya había votado por correo. Le tocaba ser vocal de una Mesa electoral de su democracia, pero prefirió seguir durmiendo para preparar su rueda de prensa, la del golpe. Ahora la Junta Electoral, en vez de aplicar la ley –la sanción llega a prever prisión mayor y multa– podría dejar el insomnio de Almodóvar en el anecdotario de una jornada electoral. Los actores y directores dan ejemplos de cómo es su democracia y los encargados de velar por ella se lo consienten. En las próximas elecciones, todos los vocales y presidentes de Mesas electorales se quedarán en la cama para seguir el ejemplo de nuestro héroe de Hollywood. A ellos, les caerá encima la Justicia. ¿Democracia? De cine.