Con contadas y honrosas excepciones las feministas suelen ser muy selectivas a la hora de reprobar comportamientos y actitudes machistas, especialmente cuando son políticos los que incurren en ellas. Se desgañitan acusando a la Iglesia católica de machista y homófoba cuando con otras religiones como el islam (que no sólo es machista sino que se enorgullece de serlo) se muestran suaves como un guante. El ejemplo más gráfico lo tuvimos con ocasión del viaje, hace ahora dos años, de la comitiva de actrices españolas a Irak ataviadas con un velo y mostrándose encantadas de dar la mano a líderes que bien podrían figurar entre los más machistas del planeta.

En el caso de los políticos, si a un diputado -no digamos ya ministro- del PP se le ocurre decir algo que consideran fuera de tono arman la marimorena y ponen el grito en el cielo. Si el diputado es de izquierdas la cosa cambia sustancialmente. Por ejemplo, si Bono dice de Esperanza Aguirre que es de las que "besa por la mañana y muerde por la noche" con todo el desprecio que semejante frase lleva implícito no pasa nada. Esperanza Aguirre es, por lo visto y para estas asociaciones tan protestonas, una mujer de segunda clase. Indignante. El feminismo, definitivamente, lucha por los derechos de las mujeres... de izquierdas.