
El "espíritu de Leganés": la pancarta y el odio como programa de Gobierno
La manifestación de este lunes en Leganés, pastoreada por PSOE e IU, es una obscena exhibición de la enfermedad moral en la que se complace un sector de la sociedad española. Manipular el tributo a la última víctima mortal del terrorismo –el agente de los GEO asesinado este sábado durante el asalto a la vivienda en la que se habían atrincherado los genocidas del 11 de marzo–, convirtiéndolo en una nueva ocasión de linchar al PP, es un hito más en la pendiente de odio y cobardía por la que se precipita la izquierda política, social y mediática. El PSOE, partido llamado a formar Gobierno, recogerá más pronto que tarde los funestos dividendos del radicalismo que ha aventado. Todo en la abyecta manifestación de este lunes sugiere un retrato altamente preocupante de la democracia española. Desde el eslogan de la convocatoria, al manifiesto leído al final de la marcha, pasando por el bochornoso, carroñero y mezquino protagonismo de Pilar Bardem, los convocantes socialistas y comunistas demostraron una espeluznante falta de escrúpulos para la utilización del dolor y el miedo como arma de exclusión y amedrentamiento contra el PP, una vez más.
El espíritu y la letra de la manifestación constituyen un insuperable servicio a la estrategia terrorista. Pedir la retirada de las tropas de Irak justo en el día en que se conoce un comunicado de Al Qaeda que exige justamente eso, y culpar al PP y a la política legítima del Gobierno legítimo de España de los estragos del terror se corresponde exactamente con el sentido de los objetivos tácticos perseguidos por los asesinos.
Con todo, lo más alarmante es la presencia en la manifestación de María Teresa Fernández de La Vega, próxima vicepresidenta del Gobierno, y del secretario de Organización del PSOE, José Blanco. Indica que los socialistas no han encajado su condición de partido de Gobierno y siguen cómodamente instalados en el ánimo de la pancarta y la intimidación. Pronto, Fernández y su jefe, Zapatero, tendrán que tomar decisiones sobre el futuro de las tropas españolas en Irak o la orientación de las alianzas internacionales. Hacerlo desde la pancarta y el odio es el camino más seguro para malograr el porvenir de España. Henry Kamen advierte (*) del peligro de que España vuelva al secular aislacionismo que la ha excluido de las corrientes de progreso, en un interesante artículo en El Mundo. Benigno Pendás parece replicarle, desde ABC: lo conseguido por Aznar, situar a España en la primera línea de las naciones, es irreversible. ¿Irreversible? El espíritu de Leganés, por desgracia, no permite ser tan categórico.
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