El revés que para los intereses de algunos agricultores españoles -que no son necesariamente los de España- ha supuesto el acuerdo alcanzado para la reforma de los sectores del aceite de oliva, el algodón y el tabaco debería hacer reflexionar a nuestro nuevo presidente. El nuevo paradigma en política exterior parece asumir aquello de "to er mundo (menos Estados Unidos e Israel) e güeno", suponiendo que las cancillerías de los demás países se comportan apoyando aquello que sea justo para todos.

Francia, nuestro nuevo amigo, se ha opuesto a la posición española en defensa de sus propios intereses. Como hará en todos los casos en que éstos se encuentren en conflicto con los deseos de España. Como hacen los demás países del mundo. Sólo cuando se tienen cromos que intercambiar las posturas cambian; por eso el seguidismo es un error tan grave, al obligarte a vender todos tus cromos. Cuanto antes acepten que esa es la realidad de las relaciones exteriores, menos meterán la pata. Esperemos que sea antes de firmar la Constitución de Giscard.