Aunque Mariano Rajoy se equivocó en su capricho de no celebrar un debate con Zapatero, sí queda demostrado que, ante las elecciones, su rival no era el PSOE, sino la suma anti-PP. Lo heterogéneo de esta masa política parece más bien la liga del rencor, la de la unión incendiaria contra las sedes. A Rajoy le va a costar sentirse el líder de la Oposición, porque pretenden recluirle en un ghetto... con casi diez millones de votos. Pero el problema más grave es que al futuro gobierno no se le adivinan ganas de gobernar, sino de seguir haciendo de Oposición. En definitiva, a Bambi le seguirán dando pavor los miércoles, como apuntó Raúl del Pozo, porque sólo está pensando en anular a una Oposición que sabe, y muy bien, lo que es gobernar.