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El respeto a la propiedad

La actividad de los okupas en Jun, desalojando casas con los vecinos y sus hijos dentro para vivir en ellas, no es más que el resultado esperable al que ha llevado la permisividad con que sus actividades delictivas han contado durante años en España. No sería de extrañar que algún juez, a poder ser de Cataluña, dictaminara que la situación social de los ladrones les fuerza a cometer esas tropelías y que, por tanto, no se les puede condenar. O algo así.

Cuando una ministra pretende expropiar viviendas por el peregrino hecho de que no se les está dando el uso que las autoridades consideran que se les debe dar, no resulta raro que el respeto a la propiedad privada, base de la prosperidad sin precedentes de la que disfruta Occidente, se diluya como un azucarillo. La localidad de Jun fue noticia en 2001 por hacer el primer debate de presupuestos vía Internet con la participación de los ciudadanos. Cuatro años después, padece una situación tercermundista. Ese es el camino de las sociedades que no han logrado hacer respetar la propiedad privada.

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