Lo peor de pertenecer a la izquierda instalada en la riqueza es la dificultad de mantener la pose rebelde y heroica frente al sistema capitalista. Cuando se llega a las más altas cumbres profesionales y monetarias, se hace complicado insistir en que se debe quitar a los ricos para dar a los pobres y, al mismo tiempo, llevar la buena vida que sólo los más pudientes pueden permitirse.

Por eso, Cebrián necesita insistir en la maldad intolerable de la derecha y su propia y extraordinaria rebeldía heroica resistiendo a las presiones del ejecutivo. Pero no hay que confundir sus alivios psicológicos con la verdad, un concepto al que su grupo siempre se ha sentido bastante ajeno.