Una de las profecías más habituales del movimiento ecologista es que el petróleo se va a acabar en dos días y que podemos ir preparándonos para una brutal crisis energética. Evidentemente confunden sus deseos con la realidad y se empeñan en hacernos comulgar con unas ruedas de molino que ni ellos son capaces de tragarse. Siguiendo el delirante guión de los "amigos" del medioambiente, a estas alturas de siglo ya se debería haber acabado el petróleo o, en el mejor de los casos, las petroleras deberían estar rebañando los yacimientos en busca de las últimas gotas de oro negro.

No es así, aunque a los profetas del apocalipsis les pese, en 2005 hay más petróleo que nunca. El ministro del petróleo de Arabia Saudita nos acaba de descubrir que su país, el primer productor mundial, va a aumentar sus reservas en un 75%. Esto, llevado a barriles contantes y sonantes, son unos 200.000 millones. El ministro ha dicho también que en todo el mundo las reservas probadas de petróleo alcanzan los 1,2 billones de barriles. Habida cuenta que en los últimos 35 años hemos consumido unos 800.000 millones de barriles, no nos queda más que concluir que hay petróleo para rato. Para que todos disfrutemos de la generosísima abundancia con la que nos obsequia el planeta, sólo falta que los estados europeos aligeren la fiscalidad de los carburantes, responsable en última instancia, de la carestía de la gasolina. Y que Montilla se deje de pamplinas.